La entrada al inframundo en Jerusalén
Es una cueva situada en las colinas occidentales de la ciudad. Podría haber sido un lugar de profecía divina. Así se encontró la entrada al inframundo en Jerusalén.
En las grietas de la cueva se encontraron tres cráneos y más de 100 lámparas de cerámica. Se especula que allí se practicaba la nigromancia. La cueva de Te’omim se estudia desde 1873. El agua de manantial fluye por el sistema subterráneo. Se consideraba curativa para quienes la utilizaron entre el año 4000 a.C. y el siglo IV de nuestra era.
Puerta al más allá
En la década de 1970 cuando los arqueólogos descubrieron una serie de pasadizos secretos. Conducían a otras cámaras interiores ocultas. En estas zonas ocultas abundaban grietas largas y estrechas. Había allí monedas, cerámica, armas de metal y, lo que es más importante, lámparas y cráneos.
Los escasos restos humanos no estaban precisamente a la vista. Un cráneo con cuatro lámparas de finales de la época romana escondidas en una grieta de difícil acceso. Es dudoso que se utilizaran para iluminar la cueva. Al parecer era una forma clave de comunicarse con demonios, espíritus o dioses. Las calaveras también se asociaban a la brujería. Las dagas, espadas y hachas protegían a los creyentes de los malos espíritus.
«Reúne todos los elementos cultuales y físicos necesarios para servir de posible portal al inframundo». Lo escriben Eitan Klein, de la Autoridad de Antigüedades de Israel, en el Colegio Académico de Ashkelon, y Boaz Zissu, de la Universidad Bar-Ilan.
Fuentes escritas de la época romana y griega sugieren que las brujas practicaban la nigromancia en tumbas o santuarios subterráneos. Otros escritos griegos de los siglos IV y V hablan de hechizos para sellar la boca de los cráneos. Los rabinos de esa época sabían que los cráneos se utilizaban para la nigromancia en el mundo grecorromano.
Lugares de idolatría
Las cuevas eran consideradas lugares clave de idolatría por los líderes religiosos judíos. 80 mujeres que trabajaban en una cueva al sur de Tel Aviv fueron ahorcadas en una ocasión por brujería. La entrada al inframundo en Jerusalén contiene pistas interesantes. «Aparte del uso de cráneos para brujería y nigromancia, los rituales con cráneos humanos apenas se mencionan en las fuentes clásicas», señalan los dos arqueólogos.
«Por ello, la inusual combinación de artefactos de la cueva es altamente indicativa de una antigua adivinación».