La fiebre del caucho en el Amazonas provocó la muerte de miles de indígenas
La historia de la humanidad tiene sucesos muy oscuros y poco conocidos. La fiebre del caucho fue uno de ellos. Se desarrolló en la Amazonia, en Sudamérica, y tenía como protagonista al “árbol que llora”. Así lo llamaban los indígenas y de él extraían el caucho o caoutchouc.
El avance de la tecnología desató la fiebre del caucho
Se trata del Hevea Brasiliensis, que exuda una sustancia blanca lechosa que resulta ser un polímero elástico que procesado se convierte en caucho. Charles Goodyear, descubrió que cociendo el látex extraído y tratándolo después, se transformaba en un producto con múltiples usos.
Años más tarde, John Dunlop inventó los neumáticos para las bicicletas con el descubrimiento de Goodyear. Finalmente, con la invención del automóvil, se desató la fiebre del caucho.
La construcción de un ferrocarril que provocó miles de muertes
Fue a mediados del siglo XIX cuando buscadores de fortuna, oportunistas y demás, invadieron la Amazonia en busca del caucho. Julio César Arana, un comerciante sin escrúpulos, adquirió grandes extensiones de territorio y esclavizo tribus de indígenas para su extracción y transporte.
Mientras tanto, en la clandestinidad, el inglés Henry Wickman, extrajo 70 mil semillas de la planta del caucho. En lo que se conoce como el primer caso de bio piratería trasladó las semillas con destino a Asia.
El transporte del caucho tenía muchos problemas y resultó ser muy oneroso. Para reducir costes, se pensó en la construcción de un ferrocarril, aunque su construcción también fue un problema por inhumana. Las frecuentes y copiosas lluvias, los sismos, los insectos, las serpientes venenosas, el ataque de jaguares y las enfermedades convirtieron la obra en un infierno.
En medio de la selva no había hospitales ni tampoco médicos, por lo que se estima que 6000 personas murieron por la construcción del ferrocarril. Aunque la debacle total llegó cuando el tren estaba listo para rodar porque el precio del caucho se desplomó y nunca revirtió esa tendencia.
Esta catástrofe económica fue consecuencia del robo de semillas que hizo Wickman. Las plantó en Malasia y abarató los costes al máximo. Un terreno más transitable, una buena planificación y distribución, atrajeron la atención de los inversores a las colonias inglesas de Asia.
Fracaso económico y sentencia de un tribunal
Mientras tanto, la fiebre del caucho desatada en la Amazonia, dejó como consecuencia la muerte de 40 mil indígenas. En 1909 un ingeniero estadounidense llamado Walter Handenburg, dio a conocer al mundo las atrocidades que Arana y sus hermanos les hacían a los indígenas de las tribus de la zona.
Mediante varios artículos publicados en la revista Truth, el joven describió los abusos que cometían los hermanos Arana y la noticia llegó al Parlamento Inglés. En 1910 se envió una comisión para investigar la veracidad de las denuncias.
Describir las atrocidades que se cometieron en la Amazonia no resulta grato. Basta decir que mataban solo por placer. Fueron declarados culpables por el tribunal británico y también fue el final de la compañía.