Anécdotas de guerra XXIV: Censura expeditiva
Mientras Napoleón intentaba mantener la hegemonía de Francia en el continente europeo, británicos y estadounidenses se enfrentaron en 1812 en un sangriento conflicto. Las tropas de la antigua potencia colonial, atacaron Washington, incendiando la residencia del presidente, la Casa Blanca. El responsable era el almirante Cochrane, que antes de que llegase a la capital norteamericana había tenido que soportar una fuerte campaña de desprestigio por parte de la prensa local, en la que se describían sus despiadados métodos de lucha.
Así pues, mientras las tropas de Cochrane arrasaban Washington, quemando incluso la Biblioteca del Congreso, el almirante ordenó incendiar la redacción del National Intelligencer, uno de los periódicos que más se había destacado en esos ataques. Los soldados británicos se encargaron de que no quedase nada de la redacción del diario. Pero Cochrane, en una nota de humor británico, ordenó a algunos de sus hombres que destruyeran la parte del edificio destinada a la imprenta:
«Sobre todo» dijo el almirante, «asegúrense de que no quede ninguna letra -C-. No quiero que esos malnacidos vuelvan a escribir mi nombre…»