Anécdotas de guerra II: El toque de queda del Virrey
El Virrey de Perú Ambrosio O’Higgins, de origen irlandés pero al servicio de la Corona española, implantó de un toque de queda a partir de las 10 de la noche con el fin de erradicar los escándalos nocturnos que se producían a menudo. Todo aquel que circulase por la calle a partir de esa hora tendría que ser arrestado y llevado al calabozo. Para ello se formó cinco guardias con un Capitán al mando de cada una.
Las órdenes del Virrey eran muy claras y estrictas:
«Quiero que la justicia sea igual para todos. Ténganlo bien presente. Después de las diez de la noche… ¡A la cárcel todo ser viviente!»
La primera noche quiso comprobar la efectividad del servicio y salió a pasear por las calles para comprobar la eficacia de las guardias. Se cruzó con cuatro guardias que tras reconocer al Virrey lo dejaron continuar con su paseo, pero al toparse con la quinta fue parado y arrestado sin ningún miramiento.
Al día siguiente se le preguntó al Capitán al mando de la guardia que condujo al Virrey hasta el calabozo del porqué no lo dejó marchar como hicieron sus compañeros y él contestó:
«La ley es la ley y yo cumplía órdenes. El Virrey dijo que a la cárcel todo ser viviente que anduviese por la calle a partir de las diez»
Los cuatro capitanes que por respeto no lo habían arrestado quedaron destituidos de sus cargos. La quinta ronda obtuvo un reconocimiento por su meritoria labor.