Una joven estadounidense es adicta al kétchup
La joven Melissa Ibbitson adora el kétchup, tanto que toma hasta 11 veces más que su propio peso corporal de esta salsa de tomate al año.
Esta joven estadounidense de tan sólo 19 años se confiesa adicta al kétchup y es incapaz de comer nada sin este acompañamiento. De hecho, prácticamente toma tres botellas al día. Está tan obsesionada con esta salsa que ha llegado a salir de un restaurante simplemente porque no la ofrecen e incluso pide como regalos de Navidad botellas de tomate.
“Empecé a comer salsa de tomate cuando era niña, por primera vez en McDonalds”, comenta Melissa. “No puedo recordar cómo se convirtió en una obsesión, pero no puedo vivir sin ella”.
“Mis amigos se sienten avergonzados cuando pido 12 sobres de kétchup en mis comidas en la cafetería de estudiantes. Además, suelo coger algunas extras para llevármelas a casa”, admite.
Y es que su obsesión le está costando una gran fortuna. Según confiesa su salsa de tomate preferida es la de la marca Heinz, y su precio es bastante elevado comparado con otras por lo que su bolsillo de estudiante se resiste. Aún así, como ella misma dice, prefiere tomar cualquier otra marca a no tener ninguna botella.
Melissa asegura que come mucho de todo pero principalmente kétchup. “No quiero ni pensar lo que está haciendo en mi cuerpo”.
La adicción a la comida es más común de lo que parece, ya sea en general o a un tipo de alimento o bebida concreto como suelen ser las patatas fritas, las bebidas con cafeína o las salsas. Esta adicción puede darse por los llamados trastornos alimenticios como en las enfermedades como la bulimia, por ansiedad, estrés, nervios…
Según los expertos “los adictos a la comida tienen las mismas señales de recompensa y de disfunción de dopamina que los drogadictos”. Como es lógico a diferencia de las drogas, la comida nos mantiene con vida y los efectos nocivos por tener una mala alimentación no son palpables inmediatamente por lo que a veces es más difícil resistir a la tentación.