Nik Wallenda se ha convertido en la primera persona que ha cruzado las cataratas del Niágara caminando sobre un cable de acero tendido directamente por encima de la imponente cascada. La travesía de casi 550 metros, se realizó a una altura de 60 metros sobre el agua
La travesía comenzó con la puesta del sol en Estados Unidos y terminó 25 minutos más tarde en el lado canadiense del río Niágara, 15 minutos más rápidos de lo que pensaba el acróbata. 112.000 espectadores estaba reunidos en ambas orillas y millones más le siguieron en directo por televisión.
Calzaba unos mocasines indios que le regaló su madre, que le protegían del roce del alambre a la misma vez que podía sentirlo con sus pies. También llevaba una vara de 14 kilos de peso como péndulo.El equilibrista de 33 años, no es el único en su familia que se dedica a eso, pues en su familia son siete generaciones que son artistas de circo. Era conocida como ‘Los Wallenda voladores’, y jamás alguno de ellos usó un arnés en sus saltos o sus espectáculos sobre la cuerda floja. Pero en vista de una gran afluencia del público, las autoridades obligaron a Nik a asegurar su vida con ese equipamiento.Cuenta que mientras caminaba recordó a su bisabuelo que en un intento de hacer lo mismo murió en Puerto Rico en 1978.Dijo que el viento venía de todos lados, y que “si miraba abajo, al cable, veía el agua moviéndose en todas partes. Y cuando miraba arriba, solo había el viento pesado que soplaba frente a la cara. Así eso fue una sensación singular, muy rara”, recuerda.
Calzaba unos mocasines indios que le regaló su madre, que le protegían del roce del alambre a la misma vez que podía sentirlo con sus pies. También llevaba una vara de 14 kilos de peso como péndulo.El equilibrista de 33 años, no es el único en su familia que se dedica a eso, pues en su familia son siete generaciones que son artistas de circo. Era conocida como ‘Los Wallenda voladores’, y jamás alguno de ellos usó un arnés en sus saltos o sus espectáculos sobre la cuerda floja. Pero en vista de una gran afluencia del público, las autoridades obligaron a Nik a asegurar su vida con ese equipamiento.Cuenta que mientras caminaba recordó a su bisabuelo que en un intento de hacer lo mismo murió en Puerto Rico en 1978.Dijo que el viento venía de todos lados, y que “si miraba abajo, al cable, veía el agua moviéndose en todas partes. Y cuando miraba arriba, solo había el viento pesado que soplaba frente a la cara. Así eso fue una sensación singular, muy rara”, recuerda.
