¿Quién inventó la imprenta?
Hoy en día contamos con un sinfín de dispositivos electrónicos en nuestras propias casas. Pero las empresas también. Nada tienen que ver las rotativas de los periódicos actuales, incluso algunas han desaparecido uniéndose al mundo online, con las primeras que aparecieron.
Cualquier persona que haya estudiado periodismo tiene grabado a fuego el nombre de Gutenberg, pero, ¿quién fue este alemán?
Ayer se cumplía el 546 aniversario de la muerte del alemán Johannes Gutenberg (1395-1468), inventor de la imprenta moderna.
Hasta la invención de la imprenta los libros se preservaban y difundían realizando copias manuscritas en su mayoría realizadas por monjes, lo que suponía una tarea además de compleja muy lenta.
Anteriormente a la invención de Gutenberg se dieron algunos predecesores. Por ejemplo, en torno a los años 440 a.C y 430 a.C los romanos imprimían sellos sobre objetos de arcilla. La impresión en papel llegó de mano de los chinos alrededor del siglo X, en plena Edad Media, cuando encontramos un aparato en el que se insertaban manualmente letras de barro cocido en una plancha de madera, donde tras entintar esa plancha, se plasmaban los caracteres elegidos sobre hojas de papel.
Sin embargo, no sería hasta 1450 cuando la imprenta moderna de tipos metálicos viese la luz.
Gutenberg comenzó utilizando una prensa para exprimir el jugo de la uva. Trabajó en esta y sustituyó las clásicas tablillas de madera, que se desgastaban mucho, por moldes de madera, uno para cada letra del alfabeto, y los rellenó con plomo, creando los primeros tipos móviles y los sujetó gracias un soporte móvil de su propia invención.
La resistencia y rapidez de la impresión hizo que la imprenta se convirtiera en el invento que revolucionaría el mundo de la cultura, que hasta entonces sólo había estado al alcance de unos pocos, permitiendo la difusión en masa.
Lo que Gutenberg no sabía es que su inventó le costaría tanto tiempo y dinero. La creación de los tipos hizo que se arruinaría. Dos años después retomó el proyecto pero se volvió a arruinar. Finalmente, Peter Schöffer, su sobrino, el cual había estado trabajando en su taller junto a él y aprendiendo todo lo necesario sobre la imprenta, fue quien continuó con su legado cumpliendo con todos los encargos de Biblias por parte del Vaticano.