Logran descubrir las neuronas encargadas de producir ansiedad
Un reciente estudio que ha investigado la base neurológica de la ansiedad en el cerebro ha identificado las células, ubicadas en el hipocampo, que no solo regulan nuestro comportamiento frente a este sentimiento, sino que también pueden controlarse mediante un haz de luz.
Los hallazgos, hasta ahora demostrados en experimentos con ratones de laboratorio, podrían ofrecer un rayo de esperanza para millones de personas en todo el mundo que sufren trastornos de ansiedad, al conducir a futuros fármacos que silencian este problema.
«Queríamos entender dónde se codifica en el cerebro la información emocional que conlleva el sentimiento de ansiedad», afirma uno de los investigadores, el neurocientífico Mazen Kheirbek, de la Universidad de California, en San Francisco.
Para averiguarlo, el equipo utilizó una técnica llamada imágenes de calcio, insertando microscopios en miniatura en los cerebros de ratones de laboratorio para registrar la actividad de las células en el hipocampo a medida que los animales caminaban por sus habitáculos. Pero estas no eran jaulas «normales».
El equipo construyó laberintos especiales donde algunos caminos conducían a espacios abiertos y plataformas elevadas, ambientes expuestos que provocan ansiedad en los ratones, debido a su mayor vulnerabilidad ante los depredadores.
Entonces algo se encendió en sus cerebros: las células del hipocampo llamada CA ventral (vCA1), y cuanto más ansiosos se comportaban, mayor era la actividad de estas neuronas.
«Llamamos a estas células células de la ansiedad porque solo se encienden cuando los animales se encuentran en lugares que les son aterradores», explica el investigador principal Rene Henn, de la Universidad de Columbia.
La salida de estas células se remontan al hipotálamo, una región del cerebro que, entre otras cosas, regula las hormonas que controlan las emociones.
«Ahora que hemos encontrado estas células en el hipocampo, se abren nuevas vías para explorar ideas de tratamientos que no sabíamos que existían antes», afirma Jessica Jiménez, del Colegio de Médicos de la Universidad de Columbia.