La «maga» tatuada de hace más de 3.000 años
Cuatro años después de que se descubriera un torso momificado decorado con tatuajes en una tumba en la costa oeste de Luxor, Egipto, las autoridades del país confirmaron oficialmente que los restos pertenecían a una figura religiosa muy respetada que murió con entre 20 y 30 años.
Los restos representan un ejemplo temprano de tatuajes religiosos complejos en el antiguo Egipto, añadiendo evidencias a la hipótesis de que una forma tan detallada de modificación podría haber convertido a las mujeres en objetos de ritual divino o mágico.
«Los estudios científicos y arqueológicos revelan que es la momia de una mujer que probablemente vivió entre 1.300 y 1.070 a.C., y que murió cuando tenía entre 25 y 34 años», anunció la semana pasada el secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, Mustafa el Waziri.
Cuando fue encontrada, en 2014, la tumba mostraba claros signos de haber sido saqueada. El cuerpo no tenía manos, piernas, cabeza o pelvis, hecho que dificultó la edad del torso. «Solo» tenían un cuerpo adornado con más de 30 tatuajes en hombros, cuello, espalda y lo que quedaba de brazos.
Pero fue la multitud de ojos estrechos bordeados por líneas serpenteantes lo que hizo llamar realmente la atención de los expertos. «En cualquier ángulo en el que mires a esta momia, ves un par de ojos que te miran», explica la bioarqueóloga Anne Austin, de la Universidad de Stanford.
Los numerosos ojos «wadjet» o de Horus que decoraban el cuerpo de esta mujer rara vez se habían visto fuera de los paredes de los templos de la época, sobre todo en aquellos donde se adoraba a la diosa Hathor. Esto llevó a los investigadores a preguntarse quién era esta persona.
Argumentaron que tuvo que ser alguien al que se le dio algún significado religioso. Estos tatuajes, sugieren, incluso podrían haberla convertido en un objeto de ritual divino. También, otras voces optan por si los tatuajes tenían algún otro propósito, como para poder curarla de alguna enfermedad.
Nadie sabe si algún día se podrá saber la verdad detrás de estas marcas; no obstante, impresiona saber como tras 3.000 años un cuerpo tatuado puede ser apreciado como una obra de arte.