La dieta vegetariana de Leonardo Da Vinci
El más grande humanista de la historia, qué duda cabe. Leonardo Da Vinci. Pintor, anatomista, arquitecto, paleontólogo, botánico, escritor, escultor, filósofo, inventor… Murió hace cinco siglos en el castillo francés de Clos Lucé, en la zona del Loira. Hasta el último día de su vida retocó su obra maestra, la Gioconda. Era un gran amante de la naturaleza. Tal vez eso influyera en la dieta vegetariana de Leonardo Da Vinci, como en su arte.
El mundo natural le maravillaba. Sus diarios indican que tenía un interés especial por los movimientos de las aves de presa. Durante su vida cuidó de diversas aves y se dedicó a comprar las enjauladas para liberarlas.
Dieta severa
Su amor por la naturaleza le hizo abrazar una estricta dieta vegetariana. Se cree que se alimentaba sobre todo de legumbres, frutas, verduras, cereales y frutos secos. Aunque su lista incluía anguilas, frutas más exóticas y otros pescados. Siempre buscó una dieta que él calificaba de «simple», pero en su momento resulta extrema: «¿Acaso no produce la naturaleza suficientes alimentos simples para saciarte? Y, si no te contentas con los simples, ¿no puedes combinarlos para formar infinidad de compuestos?».
Leonardo percibió que los animales, a diferencia de las plantas, sí sentían dolor porque «tenían la capacidad de mover el cuerpo». «La naturaleza ha hecho sensibles al dolor a los organismos vivos que tienen la facultad de moverse. Es para preservar las partes que pudieran destruirse por el movimiento. Para las plantas, el dolor no resulta algo necesario». Todo ello derivaba de su enorme sensibilidad al dolor ajeno. Sus amigos bromeaban que Leonardo «era incapaz de matar a una pulga».
Ecologista adelantado
La obra del florentino está repleta de argumentos ecologistas. Reflejó en muchas ocasiones su amor por los animales y la naturaleza: «A infinidad de seres les serán arrebatadas sus crías. Cortarán sus gargantas y descuartizarán de forma salvaje», en referencia a las ovejas y vacas que comen los seres humanos. «Si eres, como has escrito, el rey de los animales […] ¿por qué no ayudas a los otros animales, salvo para que puedan darte a sus crías en beneficio de tu glotonería?».
En «La última cena», Leonardo también reflejó aquel gusto por la verdura y la fruta. El historiador John Varriano analizó la comida sobre la mesa de la obra. Descubrió que muchos platos tradicionales de carne que se suelen representar en este pasaje del Nuevo Testamento son sustituidos por alimentos como «anguilas adornadas con naranjas». Ocupan el lugar del tradicional cordero, tan habitual en todos los países del Mediterráneo.
La dieta vegetariana de Leonardo Da Vinci era un reflejo de su amor por la naturaleza. El hombre y la obra, además, eran uno solo en este genio. Su sombra nunca dejará de crecer.