El peligroso apareo de la araña tejedora
Saltar o morir
Es lo único que pueden hacer para sobrevivir. Claro, no es lo ideal alejarte de un salto de tu pareja luego de tener relaciones. Pero a este arácnido le va la vida en ello. El peligroso apareo de la araña tejedora macho le hace alcanzar unas velocidades increíbles al saltar. Su nombre científico es Philoponella prominens, y sabe que si no logra escapar a tiempo, será devorado.
Gran salto
Usan una articulación en su primer par de patas que les catapulta en una fracción de segundo. Alcanza velocidades impresionantes de hasta 88 centímetros por segundo. «Descubrimos que el apareamiento siempre terminaba con una catapulta. Tan rápida que las cámaras comunes no podían registrar los detalles con claridad». Lo dice Shichang Zhang, de la Universidad de Hubei en Wuhan, China. Es autor de la investigación que publica este semana ‘Current Biology’.
¿Por qué lo hacen? Para evitar ser devorados por la hembra en un acto de canibalismo sexual. Los pocos machos que los investigadores vieron que no se catapultaron fueron rápidamente capturados. Poco después eran devorados por sus compañeras.
Se descubrió eso mientras estudiaban la selección sexual en esta araña. Vive en grupos comunitarios de hasta 300 individuos en un complejo de telarañas con muchas telarañas individuales dentro. De 155 apareamientos exitosos, observaron que 152 terminaron con el macho catapultado. Todos esos machos lanzados por el aire sobrevivieron a sus encuentros sexuales.
Huida veloz
Los tres machos que no se catapultaron fueron devorados. Otros 30 a los que los investigadores impidieron catapultar también acabaron en el estómago de la hembra. Claramente este comportamiento es necesario para evitar el canibalismo sexual.
El peligroso apareo de la araña tejedora fue captado por cámaras de vídeo de alta resolución. Se registró una velocidad máxima promedio de aproximadamente 65 cm/s. Las velocidades oscilaron entre unos 30 cm/s y casi 90 cm/s. También aceleraron a una media de unos 200 m/s al cuadrado. A medida que se elevan por el aire, los machos giran alrededor de 175 veces por segundo. Unos artistas de circo insuperables.
«Las hembras pueden usar este comportamiento para juzgar la calidad de un macho durante el apareamiento», señala el científico. «Si un macho no puede catapultar, entonces mátalo. Y si un macho puede realizarlo varias veces, entonces acepta su esperma», resume.