El origen del velcro
Quizá creas que el velcro fue creado con años de investigación en sus espaldas por su sencillez y sorprendente resistencia, pero no, no es así. Aunque pueda parecer extraño, el velcro fue fruto de una casualidad y gracias a ello podemos disfrutarlo hoy en día.
Alguna vez habremos caminado por el campo o el bosque y se nos habrán enganchado decenas de cardos u otros vegetales a nuestras ropas y a nuestra piel. George de Mestral, ingeniero de origen suizo y asiduo cazador, volvía tras un exhausto día en busca de animales junto a su fiel mascota cuando observó lo difícil que resultaba desenganchar las flores del cardo alpino de su pelaje. Curioseado por la dificultad de deshacerse de estos vegetales del pelo del animal y de su ropa, corrió a visualizarlos en su microscopio y observó que los cardos poseen una especie de garfios en sus extremos y que les permite así adherirse tal y como lo hacen.
Fue en ese instante cuando se le ocurrió que podría crear una sujeción que se basase en el mismo sistema. Los expertos textiles se mostraron algo reticentes, pero poco a poco fue calando entre los empresarios y su uso se fue popularizando. El año 1951 patentó el invento, con el nombre de velcro, la unión de las palabras ‘velours‘ (terciopelo) y ‘crochet‘ (ganchillo), que caducó el año 1978 lo que permitió que el velcro bajase de precio debido a las imitaciones y que fuese así más accesible.