El Jardín del Edam, un paraíso subterráneo
Aislada del mundo exterior la cueva vietnamita Son Doong tiene su propio clima, una selva y un río. Este paraíso subterráneo se mantuvo oculto a la vista de los humanos, en las profundidades de la densa selva vietnamita, hasta 1991, cuando fue descubierta. Pero no fue hasta el 2009 cuando se dio a conocer al mundo y se bautizó cómo el Jardín del Edam. Sin embargo no se descarta que antiguos pobladores ya la hubiesen recorrido sin dejar registro alguno de su existencia. Es considerada la caverna más grande del mundo y mide más de 6 kilómetros de longitud y unos 200 metros de altura, llegando en algunos tramos a los 250 metros. Sus dimensiones totales se desconocen debido a la difícil accesibilidad de la cueva, que dificulta su exploración.
Fue descubierta en 1991 por un aldeano local pero no lo comunicó hasta el 2001, cuando guió a los científicos por las entrañas de la selva para que pudieran explorarla. Durante el recorrido los exploradores constataron que en los primeros 2.6 kilómetros de la cueva hay un río y también tuvieron la fortuna de apreciar oníricos paisajes compuestos por estalactitas de más de 70 metros de largo. Contiene un lago interior del que se desconoce la profundidad y cuenta con una variada vegetación. En las selvas que crecen bajo las aberturas del techo de la cueva se han visto monos, serpientes y aves. Son particularmente ricas en insectos, la mayoría de ellos, todavía sin catalogar.
Las perlas de las cavernas, también llamadas pisolitas se forman por la acumulación y cristalización concéntrica de capas de calcita alrededor de un núcleo (como por ejemplo un grano de arena) a lo largo de siglos. Esta acumulación se produce en pequeños gours, pequeñas concavidades con agua donde un goteo persistente genera la turbulencia necesaria para que la perla vaya creciendo y vaya moviéndose o girando sobre sí misma, lo que le confiere su característica forma esférica.
La luz procedente de la superficie desvela unas estalagmitas de diferentes grosores en el suelo de Hang Loong Con. Los espeleólogos llamaron a este nuevo hallazgo el Jardín de los Cactos.
En las amplias cámaras de Hang Son Doong la vida brota en los lugares adonde llega la luz del sol: Entre la vegetación selvática abundan palmeras y plantas trepadoras
Helechos y otras plantas colonizan los gours
Con el transcurso de los siglos los elementos naturales como el agua han ido esculpiendo el interior creando parajes fantásticos.
Para los espeleólogos, descubrir una cueva tan grande es como encontrar bajo tierra un Everest desconocido. «No hemos hecho más que arañar la superficie» (dice Howard, refiriéndose al parque nacional que alberga esta cueva) «Queda mucho más por hacer.»