El cementerio de las naves espaciales
Cuando los satélites y las naves espaciales han terminado su vida útil, con frecuencia son llevados rápidamente a la Tierra. Las piezas más pequeñas se rompen y se desintegran en la atmósfera, pero las más grandes logran llegar hasta la superficie y, a menudo, terminan en «el cementerio de naves espaciales».
Con el fin de minimizar la posibilidad de que cualquier trozo de escombros espaciales cayera accidentalmente sobre alguien, lo que sorprendentemente se ha evitado hasta la fecha, las agencias espaciales controlan la reentrada y dirigen las naves hacia la parte más remota de la Tierra.
Conocido como el polo oceánico de la inaccesibilidad, o «Punto Nemo», se encuentra en el Océano Pacífico sur, a unos 2.688 kilómetros de la porción de tierra más cercana, la Isla Ducie. Este aislamiento, y junto con el hecho de que las corrientes se mueven de tal manera que hay pocos peces y pescadores, se ha convertido en el cementerio de naves espaciales.
Se cree que Punto Nemo es el lugar de descanso para al menos 260 satélites dispersos en un área de aproximadamente 1.500 kilómetros cuadrados.
Pero la capacidad de hacer que la basura espacial vuelva a ingresar con precisión en el Punto Nemo depende de que la agencia espacial involucrada siga teniendo el control sobre el satélite o la nave espacial, algo que no siempre es posible. Cuando la primera estación espacial de Estados Unidos, Skylab, regresó a la Tierra en 1979, la reentrada, en su mayoría incontrolada, fue sobre el interior de Australia, con enormes trozos cayendo cerca de la ciudad de Esperance.
Algo similar ocurrirá con la estación espacial china Tiangong-1. La ubicación exacta de dónde chocará el aparato no se conocerá hasta unas horas antes del impacto, pero será en algún lugar de las latitudes de España y Australia.