El bosque de los suicidios Aokigahara. La morada de los demonios
El bosque de Aokigahara, Japón, es el lugar donde habitan miles de demonios de la mitología Japonesa. Los reiterados suicidios que allí tienen lugar han otorgado a este bello y espeso bosque la fama de «bosque maldito». En 1971 comenzaron a organizarse batidas para buscar los restos mortales de los suicidas. Anualmente, un equipo de bomberos y policías de más 300 personas se adentra en Aokigahara para retirar los cadáveres que no han sido encontrados a lo largo del año por los visitantes y guardias forestales. Además, una furgoneta de la policía patrulla los alrededores del bosque diariamente en busca de posibles suicidas, con el objetivo de impedir que se quiten la vida.
Hoy en día se encuentran aproximadamente, una media de 100 cuerpos al año. Algunos ya llevaban varios años ahí. Y es que el bosque es tan denso y tan grande, que es difícil encontrar a quienes se adentran en lo profundo del bosque para morir. En 1998 se supero por primera vez la cifra de los 30.000 suicidas en Japon. En el año 2007 se quitaron la vida 33.093 personas, habiéndose alcanzado en el año 2003 la cifra más alta: 34.427
Las autoridades colocaron carteles en el bosque con el siguiente texto: “Un momento, por favor. La vida es un precioso regalo que le dieron sus padres. No guarde sus preocupaciones solo para usted, busque asistencia”.
Con una superficie superior a 3000 hectáreas, el suelo de este bosque está formado principalmente, por una espesa capa de roca volcánica, pues se formó, gracias a las reiteradas erupciones volcánicas del Monte Fuji, entre los años 800 y 1083, que cubrieron de magma toda su superficie. Este tipo roca, resistente a picos y palas, dificulta mucho a los bomberos la labor de rescatar cadáveres, muchas veces incrustados en la roca.
Además este bosque alberga gran cantidad de yacimientos de hierro magnético que impiden el funcionamiento de compases y GPSs, una rara anomalía que aumenta el terror de la zona.
Aunque este bosque es frecuentado por suicidas, también es un lugar de paseo para muchos turistas, dada su cercanía al Monte Fuji. Es por eso que a lo largo de la ruta se han puesto bandas que impiden adentrarse mucho en el bosque. De esta manera se evita que algún turista pueda encontrarse con un cadáver.
Para la gente supersticiosa, este lugar está repleto de yurei, fantasmas de personas que perdieron la vida a temprana edad que, deseosos de compañía, inducen pensamientos suicidas en las personas que se adentran en la espesura del bosque. Otros afirman que los árboles del bosque tienen una energía malévola, acumulada tras años y años de suicidios, que impide a la gente salir de sus entrañas. También dicen que el sonido del viento es el aullido de los difuntos.