La primera calculadora compacta fue creada en un campo de concentración nazi
En la actualidad, estamos acostumbrados al uso de muchos artículos tecnológicos, sin prestar atención a su historia. Como es el caso del televisor, los ordenadores, los smartphones y otro muy común en casas y oficinas: la calculadora compacta o de bolsillo.
Es tan común su uso, que muchas personas se sienten perdidas si deben realizar cuentas sin tener una calculadora a mano. En este momento hay de todos los formatos, desde las hogareñas, las escolares y las que se utilizan en oficinas. También los smartphones vienen equipados con una calculadora.
La Curta fue la primera calculadora compacta
Aunque la calculadora compacta tiene una rica historia, al menos la primera de ellas, que no fue el ábaco de cuentas corredizas como suele decirse. La primera compacta de la historia fue la Curta y en nada se parece a las que solemos usar diariamente.
Su inventor fue Kurt Herzstark. Él era un austríaco que estaba prisionero en un campo de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Al inventar la Curta, el ingeniero salvó la vida y no fue parte del infame holocausto.
Esta calculadora es lo más parecido a un molinillo de café, con una manivela ubicada en su extremo superior. Es cilíndrica, no pesa más que 100 gramos y es portable, pues cabe en la palma de la mano. Tiene una tapa a rosca por debajo de la manivela, no tiene pantalla ni baterías, pues es enteramente mecánica.
La Curta, considerada como la primera calculadora portátil de la historia, se destaca además por su fascinante historia. Esta calculadora, abuela de las modernas, puede sumar, restar, multiplicar y dividir, aunque también calcula raíces cuadradas. Los resultados de las operaciones se obtienen al girar la manivela en un sentido u otro.
Conociendo algunos detalles de la historia de su inventor
Kurt nació en Austria el 26 de julio de 1902, de familia judía, su padre fue fundador de la primera empresa de máquinas de calcular en su país. Al recibirse de ingeniero mecánico, siempre fue un entusiasta de estudiar las primitivas calculadoras que se inventaron.
En 1928 realizó su primera patente con el Multimator, que sumaba columnas e hileras de números y fue presentada en la exposición de Berlín causando sensación. La semilla de lo que sería la Curta nació en su mente en 1930. Lo que Kurt quería es crear una máquina de calcular que fuese transportable.
Creó la Curta en un campo de concentración Nazi
En 1938 trató de patentar el cilindro de calcular en el cual basó su invención siendo un prisionero de guerra de los nazis. El mismo año, Hitler invadió Austria y lo obligó a trabajar en la fábrica de su padre para las miras de los armamentos nazis.
Sospechado de escuchar ilegalmente emisoras inglesas y contribuir a la propaganda anti nazi, fue enviado al campo de concentración de Buchenwald en 1943. Allí trabajó junto a otros 4500 prisioneros en Gustloff Werk, una factoría mecánica que le salvó la vida.
Consiguió el permiso para desarrollar la Curta, con la condición de que cuando esta funcionara, sería un obsequio para el Fürer. Pero en 1945 acabó la guerra y a Kurt lo liberó el ejército norteamericano, con los planos de la Curta listos. Después de muchas vicisitudes, se estableció en Suiza donde pudo plasmar su invención.
En 1948 salían de la fábrica Contina AG, las primeras calculadoras Curta, llamadas así en homenaje a Kurt, su creador. La fabricación de la Curta llegó a su fin en 1972, cuando aparecieron las calculadoras electrónicas. Su creador murió el 27 de octubre de 1988. Se produjeron más de 140 mil unidades de la Curta, el invento que le salvó la vida en 1943.