Así es la vida de las mujeres que sufren el Síndrome de Excitación Persistente
Hay mujeres que se pasan toda la vida preguntándose cómo es tener un orgasmo y hay a otras a las que les ha arruinado la vida. Se trata de mujeres que sufren una extraña enfermedad llamada el Síndrome de Excitación Persistente (PSAS), una enfermedad por la que cada acto de la vida diaria va acompañado de un orgasmo.
La simple vibración de un móvil, el mínimo movimiento pélvico en un coche o en avión, incluso la realización de las tareas domesticas, desencadena un orgasmo en estas mujeres que las deja agotadas y doloridas.
La revista The Sun recogió hace unos meses la melancólica vida de una joven de 22 años que sufre 50 orgasmos al día. “No es agradable, se podría decir que se ha convertido en una tortura. Esta condición controla tu vida por completo y es como vivir una pesadilla que puedo tener 50 orgasmos en un día y cinco o 10 dentro de una hora de diferencia”, expresó Amanda Gryce, la joven afectada.
“Esto sucede cuando estoy con mis amigos o en público y es muy vergonzoso. Me mata por dentro. Solo tengo que sonreír y fingir que no pasa nada. Unos 50 orgasmos al día han hecho de mi vida una miseria”, añadió.
Amanda comenzó a sufrir el PSAS cuando solo tenía 8 años. “Cuando era niña no tenía ni idea de lo que me estaba pasando. Pensé que solo estaba obsesionada con el sexo”.
Otra mujer cuya vida se ha visto marcada por esta enfermedad es Kim Ramsey, de 44 años de edad. Los médicos creen que este síndrome incurable fue causado por un accidente que sufrió en 2001, cuando se cayó por unas escaleras, La caída pudo causar un quiste de Tarlov en su columna vertebral, justo en el punto donde se origina el orgasmo de la mujer.
La mujer se dio cuenta de que algo iba mal en 2008. “Tuve orgasmos constantes durante cuatro días. Pensé que me estaba volviendo loca», explicó Ramsey a The Daily Mail.
«Intentamos de todo para que parara. Me ponía en cuclillas, respiraba profundamente, me senté sobre guisantes congelados, pero los orgasmos y la excitación sexual continuaron durante 36 horas. Debí haber tenido alrededor de 200 orgasmos durante ese tiempo. El dolor y el cansancio fueron insoportable», contaba Ramsey con tristeza.
Reconoce que es un verdadero problema llevar a cabo sus rutinas diarias porque no tiene control sobre su cuerpo. «Incluso he llegado a tener orgasmos en público. Una vez viajaba en un tren y con cada sacudida y vibración me iba sintiendo cada vez más excitada. Fue un viaje de 40 minutos y no pude hacer nada por evitarlo. Sólo pude morderme los labios y esperar que nadie se diera cuenta».