La botella de vino más antigua del mundo
A mediados del siglo XIX, se descubrió una botella de vino con una antigüedad de 1.680 años en el sarcófago de una pareja de la nobleza romana. Los investigadores llevan desde entonces debatiendo sobre abrir la botella para analizarla, pero a los expertos les preocupa que no sobreviva a las pruebas. Se cree que es la botella de vino más antigua del mundo.
Fue desenterrado el año 1867, cuando unos individuos estaban excavando la tumba de unos nobles de la Antigua Roma, cerca de la actual ciudad alemana de Speyer. Se cree que la bebida se remonta al año 325 de la Era Común.
La botella era una de las 16 encontradas en el sarcófago, pero era la única que aún estaba intacta. El recipiente, de 1,5 litros, estaba destinado a acompañar a la pareja en su viaje al más allá, y los investigadores creen que fue producido en el área que rodea la Alemania moderna en algún momento durante el siglo IV a.C.
En la antigüedad, la gente vertía aceite de oliva en las botellas de vino en un intento de sellar la bebida del aire exterior y, por lo tanto, preservar su contenido. Eso podía funcionar durante unos años, pero este método no puede resistir el paso de los siglos. En consecuencia, en su estado actual, la botella contiene el residuo de un líquido claro que (por desgracia) ya no es alcohol. Ha perdido todo su contenido de etanol. Sobre este líquido, que ocupa casi dos tercios de la botella, se encuentra una mezcla firme, parecida a la colofonia (una especie de resina que se obtiene de la destilación del pino).
Debido a su condición del vino más antiguo del mundo, la historia reciente de esta botella también es digna a analizar: fue analizada incluso por los químicos del Kaiser durante la Primera Guerra Mundial y fue exhibida en el Museo Histórico de Pfalz durante más de un siglo, donde se ha sopesado en varias ocasiones romper la botella y analizarla.
A día de hoy, la botella sigue sin abrirse y expuesta al público. Teniendo en cuenta que ha resistido durante tanto tiempo, no hay prisas por tomar una decisión, ya que es poco probable que experimente un cambio dramático a corto plazo. De hecho, Ludger Tekampe, comisario del departamento de vinos del Museo Histórico de Pfalz, afirma que «microbiológicamente probablemente no se haya estropeado, pero no sería nada agradable al paladar».