Vampiros, ¿qué explicación encontramos a este mito?
La palabra vampiro apareció por primera vez en el idioma inglés en el siglo XVIII, pero aunque no tuviera un término que lo clasificara, sus orígenes se remontan mucho más allá: en el folklore griego antiguo y en Mesopotamia se pueden encontrar las primeras referencias a estos personajes chupasangres demoníacos. Entre ellos encontramos el Piuchén -de la cultura chilena-, el Jiangshi -cultura china- o el Baobhan Sith -escocesa-.
Aunque la criatura como tal es, obviamente, ficción, una de las cosas que se ha relacionado con el vampirismo es un trastorno sanguíneo llamado protoporfiria eritropoiética (EPP). El EPP es el tercer tipo más común de porfiria en la edad adulta y el primero durante la infancia. Los nutrientes son extremadamente sensibles a la luz, hasta el punto de arder y aparecer ampollas cuando son expuestos a la luz solar.
«Las personas con EPP son crónicamente anémicas, lo que las hace sentir muy cansadas y se ven muy pálidas porque no pueden recibir la luz del Sol», afirma Barry Paw, del Boston Children’s Hospital. «Incluso en un día nublado, hay suficiente luz ultravioleta para causar ampollas y causar daños extremos en orejas y nariz».
Se aconseja, hoy en día, que el paciente se quede en interior durante las horas diurnas y que se le prescriban transfusiones de sangre con suficientes niveles de hemoglobina. Pero en tiempos antiguos, podrían haberse alimentado de sangre animal y solo salir por la noche para tratar de aliviar los síntomas por su cuenta.
Ahora, en un estudio publicado en el Proceedings of the National Academy of Science, los investigadores informan de una mutación genética recién descubierta que es responsable de la EPP, lo que sugiere que hay un mecanismo biológico detrás del mito de los vampiros.
«Esta mutación recién descubierta pone de relieve la compleja red genética encargada de la hemoglobina», afirma Barry Paw. «Las mutaciones de pérdida de funciones de cualquier número de genes que forman parte de esta red pueden resultar en desórdenes devastadores y desfigurantes».
A parte de ser una explicación para el vampirismo, los investigadores esperan que esta visión pueda conducir a terapias que corrijan los genes defectuosos en personas con EPP.