Sócrates, el filósofo más grande de la historia
Solo sabes que no sabes nada. Y en parte, lo sabes por Sócrates
Seguramente sabes quién fue Sócrates, el filósofo más grande la historia. Pregúntate lo siguiente: ¿Cuántos libros o tratados filosóficos se necesitan escribir para recibir ese honor memorable? Pues bien: ninguno. No fue necesario. Su discípulo, Platón, escribió por él. Y nació así la leyenda. Una que persiste en todos los ecos del conocimiento. ¿Quieres saber más? Aquí hablaremos de Sócrates. Y su legado.
Nuestro filósofo favorito nació en Atenas, Grecia. La cuna de los pensamientos filosóficos que marcaron la ruta de las centurias venideras. Se sitúa su nacimiento alrededor del 470 A. C. Es una de las tres figuras más importantes del antiguo período de la filosofía occidental. Los otros son nada menos que Platón y Aristóteles. Ambos continuaron la senda que Sócrates delimitó.
La figura legendaria
Sócrates era una figura legendaria incluso en su propio tiempo. Fue admirado por sus seguidores por su integridad, su dominio de sí mismo, su profunda visión filosófica y su gran habilidad argumentativa. Fue el primer filósofo griego en explorar seriamente cuestiones de ética. Su influencia en el curso posterior de la filosofía antigua fue inmensa. Tanto que los filósofos de orientación cosmológica que generalmente lo precedieron se conocen convencionalmente como los «presocráticos». Marcó un hito imperecedero.
Sócrates, el filósofo más grande la historia, profesó no enseñar nada (y de hecho no saber nada importante). ¿Te suena al nombre de esta página, amable lector? Él solo pretendía buscar respuestas a preguntas humanas urgentes. ¿Qué es la virtud? ¿Qué es la justicia? Y a partir del planteamiento de estas preguntas, buscaba propiciar que otros hicieran lo mismo.
Su estilo de filosofar era entablar conversaciones públicas sobre alguna excelencia humana. Y, a través de preguntas hábiles, demostrar que sus interlocutores no sabían de qué estaban hablando. A pesar de los resultados negativos de estos encuentros, Sócrates sostuvo algunas opiniones positivas amplias. Incluyendo que la virtud es una forma de conocimiento y que el «cuidado del alma» (el cultivo de la virtud) es la obligación humana más importante.
Sócrates no escribió nada. Todo lo que se sabe sobre él se infiere de los relatos de miembros de su círculo. Principalmente Platón y Jenofonte, así como del estudiante de Platón, Aristóteles. Él adquiere su conocimiento de Sócrates a través de su maestro. Los retratos más vívidos de Sócrates existen en los diálogos de Platón. En la mayoría el orador principal es Sócrates. Sin embargo, las opiniones expresadas por el personaje no son consistentes en los diálogos, y en algunos diálogos el personaje expresa opiniones que son claramente de Platón. Los académicos continúan en desacuerdo acerca de cuáles de los diálogos transmiten las opiniones del Sócrates histórico y cuáles usan el personaje simplemente como portavoz de la filosofía de Platón.
Sócrates fue ampliamente odiado en Atenas. Esto se explica ya que con regularidad avergonzaba a las personas al hacerlas parecer ignorantes y tontas. También fue un crítico abierto de la democracia, un concepto que los atenienses apreciaban. Y se asoció con algunos miembros de los Treinta Tiranos, que derrocaron brevemente al gobierno democrático de Atenas en 404–403 a. C. Sí, puede decirse que fue culpable de los crímenes de los que fue acusado: impiedad y corrupción de la juventud. Rechazó a los dioses de la ciudad inspirando la falta de respeto por la autoridad entre sus seguidores juveniles (aunque esa no era su intención). En consecuencia, fue condenado y condenado a muerte por veneno.
Sócrates y su juicio
Sócrates podría haberse salvado a sí mismo. Sin embargo, eligió ir a juicio en lugar de ingresar al exilio voluntario. En su discurso de defensa, refutó algunos pero no todos los elementos de los cargos y declaró que «no vale la pena vivir la vida no examinada». Después de ser condenado, podría haber propuesto una pena razonable antes de la muerte, pero inicialmente se negó. Finalmente rechazó una oferta de escape por ser inconsistente con su compromiso de nunca hacer nada malo (escapar demostraría falta de respeto a las leyes y dañaría la reputación de su familia y amigos).
Posteriormente, en su honor y a modo de reconocimiento, la Academia Moderna de Atenas colocó una estatua suya en la entrada de la institución.
Una curiosa característica de lo que inspira en vida está en cómo se le retrata en ciertas obras dramáticas. Con frecuencia se burlaban de él en las obras de dramaturgos cómicos. El ejemplo más conocido es el de la obra “Las Nubes”, de Aristófanes. Fue escrita cuando Sócrates tenía solamente 41 años, ridiculizándolo. Colocándolo en el lugar de los sofistas. No fue la única obra.
Algunas anécdotas de su vida nos dan una clara idea de su personalidad y lucidez. Una de ellas sucedió cuando un adinerado ateniense le quiso contratar para que educase a su hijo. Sócrates le pidió 500 dracmas por el trabajo, un total que al rico griego le pareció excesivo. Contrariado, le comentó al pensador: “Por ese dinero puedo comprarme un asno”. Sócrates, que tenía una respuesta rápida para todo, contestó. “Tienes razón. Te aconsejo que lo compres y así tendrás dos”.
Otra le aconteció luego de su condena a muerte. El filósofo estaba encarcelado cuando fue visitado por Xantipa, su esposa. Ella se echó a llorar lamentando el desenlace.
El filósofo le dijo: “No llores, todos estamos condenados a muerte por naturaleza”. Xantipa replicó: “Pero a ti te condenaron injustamente”. A lo que Sócrates dijo: “¿Es que te parece menos lamentable que me hubiesen condenado justamente?”.
Sócrates es el padre de la filosofía política y de la ética. Es la principal fuente de todos los temas importantes de la filosofía occidental en general. Quizás su contribución más importante al pensamiento occidental es su modo dialéctico de indagar. Es conocido como el método socrático o método de «elencos». Lo aplicaba para el examen de conceptos morales clave, tales como el bien y la justicia. Es sin duda el filósofo más grande la historia. Y hay que homenajear su recuerdo. Pregúntate siempre: ¿Qué es lo que sabes? No sabes nada. Correcto. Y ahora, vuelve a preguntar.