Podríamos estar llegando al límite de los récords deportivos
Vamos a repasar unos datos: en los Juegos Olímpicos de Río en 2016, solo hubieron dos récords mundiales, los de Wayde van Niekerd, de Sudáfrica, y obtenido en los 400 metros masculinos, y el de Almaz Ayana, de Etiopía, en la prueba de los 10.000 metros femeninos.
Después, en el campeonato mundial de atletismo de este año en Londres, solo una atleta logró un récord mundial. Este honor fue para la portuguesa Ines Henriques, en la prueba de 50 kilómetros. A pesar de ser un logro extremadamente impresionante, el hecho de que se rompa récords no es sorprendente… ya que ha sido el primer año que se ha disputado dicha prueba (los hombres han podido hacer esta competición desde 1932).
Si bien las mejoras en el entrenamiento y en la nutrición del siglo XX han visto mejorar los logros atléticos a pasos agigantados, muchos científicos creen que estamos muy cerca de alcanzar el potencial máximo del cuerpo humano para los deportes de resistencia. Esto significa que la era de batir récords, al menos en lo que respecta a los corredores profesionales, podría estar llegando a su fin. Para romper los límites naturales de la fisiología humana y superar los registros existentes, los atletas suelen tener que recurrir al dopaje, lamentablemente.
Este argumento está respaldado por varias investigaciones. En 2008, antes de que Usain Bolt rompiera los récords existentes para los 100 metros masculinos en 2009, un estudio encontró que los atletas ya han logrado el 99% de lo que es físicamente posible de acuerdo con la biología humana.
Se necesitan muchos factores para hacer que un atleta sea «perfecto». Vincent Pialuox, subdirector del Laboratorio Interuniveristario de Biología del Movimiento Humano de Lyon, identificó «tres importantes criterios fisiológicos y biomecánicos» en un artículo publicado en AFP: la resistencia, la capacidad de crear energía usando oxígeno y la eficiencia energética -la capacidad de ahorrar energía-. Ningún atleta profesional cumple los tres requisitos, por lo que el corredor «perfecto» es, al menos por el momento, estrictamente teórico.