Los misterios de las Meninas
Las Meninas no es sólo una pintura que sale de la mano de un genio, sino una composición abierta, misteriosa, que tiene un montón de interpretaciones, Juan Muro junto al director de cine de Barcelona Jorge Carrasco, ha elaborado un proyecto cinematográfico sobre el cuadro de Velázquez, con tres conclusiones sorprendentes: Velázquez era judío, él no es el autor intelectual de la obra, y el cuadro de Las Meninas fue el más perfecto trampantojo de la historia.
«Es una instantánea hecha unos 350 años antes de que se inventara la instantánea con la Leika», explica Juan Muro. Según los estudios realizados ese momento, ese instante fotográfico que recoge el cuadro, se tomó entre el 6 y el 8 de octubre de 1656, entre las 12:30 y las 14:00 horas de la mañana.
Para averiguar la hora se ha tenido que estudiar la habitación, que estaba en el antiguo alcázar de Madrid que se destruyó por un incendio en 1734. Se ha sabido las medidas del cuarto porque los dos cuadros del fondo están identificados. Ayudó a saber que fue en octubre porque en ese mes se ponían arpilleras en el suelo. La escalera del fondo es una de las cuatro escaleras de las cuatro torres del alcázar que luego albergaron la biblioteca, que fue el germen de la Biblioteca Nacional.
La habitación anterior era donde se colocaba el despacho de verano del rey Felipe IV. Sólo había una pared que separara esta habitación del despacho y ahí es donde se colocó el cuadro de Las Meninas. Estuvo colgado ahí durante más de 100 años, hasta que se llevó al Museo del Prado. Juan Muro comenta que el cuadro era un trampantojo (una trampa al ojo). Fue el cuadro más grande que pintó Velázquez, hecho con tres grandes tiras de lienzos.
Muro explica que Velázquez y el Rey tuvieron una amistad muy grande a lo largo de los 30 años en los que estuvieron juntos. Felipe IV era muy aficionado a la pintura y él también pintaba. Dice que entre ellos se discutía sobre si la pintura era arte o artesanía, y que el autor intelectual del cuadro fue el propio Rey, que le dijo al pintor que si era un artista y no un artesano pintara lo que él estaba viendo, y por eso pinta lo que ve el Rey al que Velázquez está retratando. Para ello se basó en trucos ópticos.
El pintor cacereño explica que Velázquez era judío, «la madre del pintor era sevillana, Jerónima Velázquez; el padre Diego Rodríguez de Silva, era hijo de un judío de Oporto. Velázquez pinta el cuadro en un momento en el que todavía no es caballero de Santiago, pero él aparece con la Cruz de Santiago en el pecho. Una leyenda dice que fue el Rey el que se la pintó. A Velázquez se le concede ser de la orden de Santiago un año antes de morir, en 1659. Para entrar en la Orden tenía que haber demostrado pureza de sangre; demostrar que nunca había trabajado con las manos y los pintores de la época le firmaron un documento en el que se aseguraba que nunca había pintado por encargo. él decía que pintaba por agradar al Rey. La amistad con el Rey fue enorme».
Muro señala entre los misterios del cuadro, el del espejo en el que aparece el Rey y la Reina mirando la escena. En las radiografías que se han hecho al cuadro aparece la imagen del rey, pero no la de la reina. «Él pintó otro cuadro de Las Meninas -explica-, uno mas pequeño, de un metro cuadrado que está en un museo en el sur de Inglaterra. Un cuadro que perteneció a Jovellanos, y Velázquez lo tuvo un tiempo como cuadro personal suyo. En ése sólo aparece el Rey reflejado en el espejo; no aparece la cruz de Santiago en el pecho del pintor y el techo se sitúa más bajo».
Otro hecho reseñable es que en el cuadro aparecen todos los miembros de la familia real: el Rey, la Reina, la infanta Margarita, pero no su hermana mayor, la infanta María Teresa. «Ella era adolescente y estaba enfadada con su padre, tenían discusiones frecuentes. La Reina era sobrina del Rey, hija de su hermana, y se casó con él en segundas nupcias. Era la madre de Margarita, pero no la madre de la hermana mayor, de María Teresa. Era muy intrigante y competía en ese momento con su hijastra por la sucesión al trono.», afirma Muro.
El proyecto cinematográfico de Muro y Carrasco es muy ambicioso. Incluye el que un pintor vuelva a hacer el cuadro con los pigmentos que utilizó Velázquez, algunos de ellos, como el blanco plomo, prohibidos por ser muy tóxicos. Contratar actores que representen a las figuras del cuadro; reconstruir la habitación por ordenador, con recorridos de cámara por la habitación; entrevistas con los grandes especialistas de Velázquez, etcétera.