La cocaína es llamada «la droga de los años setenta, ochenta y noventa» por su gran popularidad en el ámbito recreativo durante esas décadas. Sin embargo, la cocaína no es una droga nueva. En realidad las hojas de coca se han usado durante miles de años como hierba medicinal, así como también para la elaboración de infusiones. Actualmente es impensable que un médico recete cocaína a sus pacientes pero lo cierto es que, hasta mediados del S.XX, esta droga se prescribió para tratar y aliviar muchas dolencias.
Durante el siglo XIX la cocaína, no sólo era legal, también era bien considerada en la industria farmacéutica y gozaba de gran popularidad entre la población por sus múltiples bondades medicinales, sobretodo por su capacidad para aliviar dolores. Lo mismo pasaba con el opio, la planta «ideal» para resolver problemas de insomnio o ansiedad.
Estos productos solían venderse sin receta y con una recomendación: el consumo debía ser moderado. No obstante, muchos no sabían controlar la administración; era muy frecuentes los casos de padres que querían aliviar el dolor de la dentición de sus hijos y acababan dándoles una pastilla cada noche para que la criatura durmiera plácidamente. Así pues, poco a poco, llegaban a las consultas médicas niños con auténticos síndromes de abstinencia debido al consumo de estas tabletas de cocaína u otros jarabes milagrosos.
Lo más sorprendente de todo es que este tipo de fármacos eran promocionados mediante campañas publicitarias, que animaban a la gente a consumirlos. Fueron especialmente publicitadas las tabletas de cocaína de Lloyd Manufacturing, que eran conocidas por sus infinitas propiedades: aliviaban la tos, el dolor de muelas y el estomacal, y se consideraban un tratamiento efectivo para problemas de hígado o para el cáncer.
En los anuncios solía decirse que eran estupendas para “oradores, maestros, cantantes y actores”, y también, cómo no, para mejorar el ánimo en casos de “melancolía” o tristeza profunda. Estas famosas tabletas, además de cocaína, contenían morfina y alcohol.
Otro dato curioso es que para su toma se recomendaba lo siguiente “tomar con un vaso de vino, los niños, por su parte, con moderación”. De ese modo, «las tabletas eran aún más efectivas«. Por eso se comercializaron vinos como el Coca Metcalf, uno de entre la gran cantidad de vinos que contenían coca disponibles en el mercado. Todos afirmaban que tenían efectos medicinales. Aunque quizás el más conocido fue el Vin Mariani (1865). Cuentan que el Papa León XIII llevaba siempre un frasco de Vino Mariani consigo y premió a su creador, Ángelo Mariani, con una medalla de oro.
A principios del siglo XX, los problemas con el uso habitual de la cocaína y los opiáceos fueron siendo cada vez más aparentes. Esto condujo a la desaparición de estas sustancias en la mayoría de productos.
¿Qué dirá la humanidad del futuro de la medicación que tomamos a día de hoy?
