Las prótesis dentales. ¿Cómo eran antiguamente?
El cuidado de la boca ha sido, desde siempre, una prioridad para el ser humano.
Tanto es así que las técnicas para preservar la funcionalidad de las piezas dentales empezaron a desarrollarse casi al mismo tiempo que la agricultura. La especie humana ha padecido problemas dentales desde sus orígenes, ante los que ha ido buscando diferentes soluciones. Culturas alejadas y sin ninguna relación entre sí, trataron de buscar alternativas de tratamiento al edentulismo, la carencia o pérdida de piezas dentales.
Se conocen dentaduras postizas desde los fenicios (3.000 a c) quienes las fabricaban con metales preciosos y alambres. Por otra parte los etruscos ( 3000 a. c.), un enigmático pueblo cuyo núcleo histórico fue la Toscana, unían los dientes (principalmente de vaca y buey) usando hilos de oro. Eran trabajos protéticos admirables, comparados con la simplicidad de las herramientas de esa época
Para los mayas (siglo IX a.c) sus dientes y su sonrisa tenían una gran importancia y denotaba rango social y belleza. Según los vestigios arqueológicos usaban incrustaciones dentarias de piedras preciosas por razones puramente estéticas, es decir, sin carácter médico. (Museo antropológico de México)
Pero nadie en el mundo antiguo prestaba tanta atención a la higiene oral como los romanos. Ya en tiempos más avanzados (S.V) elaboraban dentaduras utilizando madera y restauraban los dientes cariados con coronas de oro y marfil. Hacia el año 450 d.c., la ley de las Doce Tablas de Roma prohibía el entierro de los cadáveres con joyas de oro, aunque con las prótesis dentarias, se hacía una excepción.
«No se agregue oro, pero si sus dientes están un dios con oro, aunque se le encierre o incinere con él, no habrá fraude.»
Los romanos también inventaron la que se considera la primera pasta dentífrica digna de tal nombre. Fue inventada, en concreto, por el médico del emperador Claudio, Escribonius Largus, hace dos mil años. Su fórmula magistral (secreta a la sazón) era una mezcla de vinagre, miel, sal y cristal muy machacado. Para blanquear los dientes usaban orina.
Por su parte los japoneses también usaban piezas dentales de madera y las pintaban de color negro (nada que ver con la moda estética dental actual)
En el siglo VII, apareció en China la primera receta de una amalgama para empastes dentales. Pero no fue hasta el S.XIX cuando Pierre Fauchard, médico y odontólogo, diseñó métodos para retener en su sitio dentaduras superiores e inferiores, uniéndolas mediante láminas de acero o muelles en espiral. Propuso la utilización de dientes de humanos muertos o tallados de marfil, que se insertaban una vez perforados con un clavo de plata para la corona y se sujetaban con hilos a los dientes conservados. Se lo reconoce como el «padre de la odontología moderna». Se dice que su libro, Le chirurgien dentiste (El dentista cirujano), fue el primero en brindar una descripción completa científica de la odontología. La obra de Fauchard fue continuada por otros que expandieron el conocimiento de la profesión a través de Europa.
Existe una leyenda curiosa sobre una dentadura postiza. Se dice que George Washington, primer presidente de los Estados Unidos, llevaba una dentadura postiza de madera, motivo por el cual, según dicen, nunca reía.
Washington perdió muy joven sus dientes pero después de muchos años de sufrimiento, John Greenwood elaboró para él una prótesis con dientes de humanos y de animales y con una pulida placa de marfil. En aquellos tiempos los dientes humanos «postizos» se obtenían principalmente de campos de guerras, aunque también había personas que los vendían.
Finalmente en el siglo XIX, para nuestra suerte, se empezaron a fabricar los primeros dientes artificiales de celuloide