Curiosidades de los ritos nupciales
Una máscara blanca de yeso que apenas permite abrir los ojos cubre el rostro de las novias de una pequeña aldea búlgara de Ribnovo.
Los Pomak, búlgaros étnicos convertidos al Islam durante el domino otomano, realizan este ritual desde hace siglos sin saber bien cuál es el origen.
A este momento de la ceremonia se le conoce como «guelina». La novia tumbada recibe sobre el rostro una crema blanca (cuya receta solo saben dos campesinas) y que una vez seca adornan con lentejuelas y flores.
Al parecer, cuando el novio retira con leche la máscara del rostro de la novia aprende a tratarla de forma cuidadosa y amorosa.
Bodas occidentales
En las ceremonias occidentales, independientemente del país, predomina el color blanco del vestido de la novia.
Según cuentan los expertos la tradición comenzó cuando la Reina Victoria lució un vestido blanco en su boda con el Príncipe Alberto (1840). El blanco era un color difícil de conseguir para las novias, sólo era usado por la realeza.
Tradicionalmente, el blanco siempre ha sido un emblema de pureza e inocencia de una niña que entrega su corazón al ser amado.
Al ser destinado a la novia, ninguna de las invitadas (a excepción de las damas de honor si lo desea) puede lucir este color.
Etnia gitana
Para las personas de etnia gitana la boda es la celebración más importante de su vida por lo que no se escatiman gastos y dura entre dos y tres días.
Según la tradición gitana los novios tienen que llegar vírgenes al matrimonio. De hecho, si la joven no es virgen no se puede casar. Para comprobarlo está la “ajuntaora”, la mujer encargada de realizar la prueba del pañuelo. Si el pañuelo sale manchado de sangre es virgen y la ceremonia puede continuar.
China
En el gigante asiático a diferencia de los occidentales, predomina el color rojo, símbolo del amor y la prosperidad.
Un experto en astrología es el encargado de decir, basándose en las fechas de nacimiento de los contrayentes, si la unión será próspera y viable.
Antes de la ceremonia, ambas familias se entregan diferentes ofrendas y la novia se recluye en una habitación acompañada por sus amigas más íntimas para entonar lamentos por la pérdida de su familia. El novio, por su parte, se encarga de preparar la cama nupcial.
Una vez arreglados los papeles y después de haber rendido respeto a los ancestros la novia se dirige a casa del novio, momento en el que él puede quitarle el velo rojo que viste y ver por fin su rostro.