Fue una sorpresa para historiador estadounidense Victor Mair. La primera vez que vio las momias de la cultura Xiaohe, en 1988, pensó que eran falsas. Los cadáveres se encontraron en el desierto de Taklamakán, al oeste de China. Tenían unos 4.000 años, pero estaban asombrosamente bien conservados. Tenían ropas de colores intensos y sofisticados adornos. Casi parecían personas vivas. Las extrañas momias con aspecto moderno eran caucásicas. ¿Cómo llegaron al corazón de Asia?
La verdad del ADN
El origen de estas momias siempre fue controvertido. Una teoría dice que proceden de pastores migrantes del sur de Siberia. Las otras dos teorías defienden que eran agricultores llegados de las montañas de Asia central.
El equipo de la científica Christina Warinner cree que ninguna de las tres hipótesis es correcta. Los científicos han analizado ahora el ADN de 13 momias del Tarim. Sus resultados sugieren que era una población autóctona. No tiene grandes mezclas desde hace más de 9.000 años. Sus miembros cultivaban trigo, cebada y mijo. También elaboraban queso empleando una fermentación similar a la del kéfir. Y enterraban a sus muertos con ramitas de efedra, una planta medicinal de Asia Central.
“Es llamativo el contraste entre su aislamiento genético y sus conexiones culturales”, admite Warinner. El estudio se publicó este miércoles en la revista Nature.
Descanso de las momias
La búsqueda de las raíces de las momias ha sido inflamable desde el comienzo. Los uigures son una minoría musulmana de lengua y etnia turcomana que hoy vive en la región. Quieren la independencia de China. Por eso, se abrazaron enseguida a las singulares momias del Tarim. Su antigüedad de 4.000 años les daría (supuestamente) prioridad sobre la etnia han. Esta etnia han es mayoritaria en el país, pero llegó unos dos milenios después, según reclaman.
En otras palabras, las extrañas momias con aspecto moderno siguen despertando preguntas y pasiones miles de años después. Sin embargo, se sabe que los miembros de la cultura Xiaohe fueron “un pueblo pacífico e igualitario”. No parece que estuvieran interesados en los conflictos del siglo XXI.
