Las cigüeñas: ¿por qué «traen los bebés»?
Este antiguo mito según el cual «las cigueñas traen los bebés de París» es patrimonio de numerosas culturas, que alaban en sus leyendas, a estas aves por el cariño y cuidado con el que cuidan a sus crías. Las cigüeñas son monógamas y tienen a lo largo de toda su vida, una única pareja con la que procrean y construyen con gran dedicación, un gran nido para incubar y cuidar de los polluelos. La admiración a esta ave por su amor maternal es ancestral: Ya en el antiguo Egipto, le asignaron el jeroglífico Ba, cuyo significado se asoció a «el alma». Los hebreos, por su parte, la designaban con la palabra chasidah, que significa bueno o misericordioso. Y Los romanos, las consideraban pájaros sagrados protectores de las mujeres, el matrimonio, el alumbramiento y los recién nacidos.
Tanto arraigó la simbología de la cigüeña que los griegos y los romanos aprobaron leyes cuya denominación se refería a las cigüeñas, “pelargos” para los griegos, y “ciconaria” para los romanos, las cuales obligaban o incentivaban a cuidar a los más ancianos.
Según las leyendas de los pueblos escandinavos, las cigüeñas proveían de familia a quienes convertirían en padres y madres, llevando en sus picos o en una cesta, a los bebés encontrados en lugares inhóspitos como cuevas o pantanos. Así, en los hogares donde deseaban un hijo, los futuros padres de éste colocaban dulces en el alféizar en una ventana de su casa para guiar a la cigüeña en el camino hacia ellos. Con el paso de los años, se extendió el mito de que las cigüeñas traían no sólo buena fortuna, sino que contribuían a la fecundidad
La literatura contribuyó en la difusión de la historia gracias a libros como la recopilación de cuentos de Hans Christian Andersen. Este mito escandinavo fue recogido en uno de sus cuentos, Las cigüeñas:
Una familia de cigüeñas era objeto continuo de burla por parte de unos chiquillos. La madre cansada de ser humillada, decidió vengarse e instruyó a los polluelos para realizar la azaña. Deberían tomar niños de un estanque mágico donde los bebes permanecían dormidos profundamente y llevárselos a los chiquillos para que gozaran de hermanitos. Pero ese regalo no fue proporcionado por igual, sólo al que no había participado de la burla, le entregarían un niño y una niña. Al que se empeñaba en ella y atizaba la socarronería de sus compañeros le llevarían un bebé muerto.
Con este cuento se popularizó la creencia de que las cigüeñas traían niños. Por qué justamente los traen de París no se sabe muy bien, seguramente porque es considerada «la ciudad del amor».
Fuera como fuera, hasta mediados del siglo pasado, fue la respuesta perfecta a la eterna pregunta infantil: “¿De dónde vienen los bebés?”