La planta que roza la inmortalidad
Esta especie fue descrita formalmente por primera vez en 1863. Y desde entonces, causó controversia. Es capaz de aguantar durante miles de años en unas durísimas condiciones de vida. Y un análisis genético publicado en Nature Communications trae novedades sobre ella. Nos sigue sorprendiendo la planta que roza la inmortalidad.
Genética adaptable
La planta puede activar ciertas proteínas para protegerse de las condiciones extremas. La welwitschia habita en la parte noroeste de Namibia y suroeste de Angola. Son zonas desérticas. El nivel anual de precipitaciones es inferior a los cinco centímetros cúbicos. Su forma también es muy característica. Cuenta únicamente con dos hojas que cada año pueden aumentar entre 10 y 13 centímetros. Conforme van creciendo, los extremos de las hojas se desmenuzan y se enroscan entre sí. Esto le confiere un aspecto similar al de un pulpo.
Tiene todos sus genes por partida doble, lo que los expertos llaman “redundancia genética”. Andrew Leitch es investigador de la Universidad Queen Mary de Londres. Explica la ventaja genética de la planta. “Las copias duplicadas pueden asumir nuevas funciones y hacer cosas nuevas. Sería imposible si solo hubiera una versión del gen. Tales adaptaciones han impulsado la evolución de las plantas”. Por ejemplo, las hojas absorben la humedad de la niebla de la mañana.
El origen de esta duplicidad se produjo hace aproximadamente unos 86 millones de años. Lo causaron las condiciones ambientales extremas (temperatura, radiación ultravioleta, salinidad). La planta que roza la inmortalidad aprendió a adaptar sus genes.
La que no puede morir
A diferencia del resto de las plantas, el crecimiento de la welwitschia no se produce en los extremos de las hojas. En esta especie, crece su base. Esta zona está fuertemente protegida por dos labios de leña, que se encargan de cubrir el meristema basal: la parte que suministra las nuevas células. Esta especie de bulbo está formado por tejido prácticamente embrionario. Mientras este bulbo está vivo, la planta nunca deja de crecer. Su nombre en afrikáans es tweeblaarkanniedood. ¿Qué significa? “Dos hojas que no pueden morir”.
Algunos ejemplares se analizaron con la prueba del carbono-14, que se utiliza para datar restos fósiles. Algunos individuos tenían más de 1.500 años de antigüedad.
Leitch considera que este descubrimiento puede ser clave para la supervivencia de nuestra propia especie. “Podemos identificar genes que permitan sobrevivir en condiciones hostiles. Será útil cuando busquemos cultivar en zonas cada vez más marginales del planeta. Pronto alimentaremos a 9.000 millones de personas que seremos dentro de 50 años. Todo ello en un contexto de cambio climático y cambios en las precipitaciones y las temperaturas”, asegura.