La cabeza de Goya
No es difícil imaginar la sorpresa que se llevaría Joaquín Pereyra, cónsul español en Burdeos, cuando, tras presenciar la exhumación del cadáver de Francisco de Goya, se dio cuenta de que al ilustre pintor le faltaba la cabeza.
Pereyra había encontrado la tumba de Goya en una de sus visitas al cementerio de Burdeos donde descansaba su difunta esposa. El pintor había sido enterrado junto a los restos de su consuegro Martín Miguel de Goicoechea en un mausoleo y Pereyra, tras el descubrimiento, decidió tramitar el regreso de los cadáveres a España. Tras la exhumación, el cónsul informaba consternado que la cabeza del pintor no se encontraba en el féretro. «Y precisamente todo induce a creer que los huesos encerrados en esta última caja son los de Goya, por ser los huesos de las tibias mucho mayores que los contenidos en la caja de zinc, y además haberse encontrado restos de un tejido de seda de color marrón, que debe ser los del gorro con que se presume fue enterrado Goya», relataba.
A pesar de todo, los restos de Goya fueron trasladados a España, pero la desaparición de la cabeza del artista aún sigue siendo un misterio. La hipótesis más aceptada es que alguien asaltara la tumba y robara su cráneo para hacer estudios frenológicos. La frenología, una pseudociencia que pretende adivinar rasgos de la personalidad y tendencias criminales a partir de la forma del cráneo , estaba muy en boga en la época de la muerte del pintor. De hecho, algunas teorías apuntan a que Goya accedió a que su amigo Jule Laffargue le cortara la cabeza después de muerto para realizar el correspondiente estudio frenológico.
Otras investigaciones revelan la existencia de un cuadro del pintor Dionisio de Fierros en cuya parte trasera se leía la inscripción «El cráneo de Goya pintado por Fierros en 1849». Al parecer, un nieto de Fierros afirmaba que su abuelo tenía en el estudio una calavera que bien podría ser la del artista. El cráneo podría haber acabado en Salamanca, ciudad donde uno de los hijos de Fierro se licenció Medicina. Según esta versión, el estudiante, sin conocer que losrestos óseos eran los de Goya, se los dio a comer a un mastín que le perseguía por las calles de la ciudad.
Mientras que los demás restos mortales del pintor descansan hoy en la ermita de San Antonio de Florida, en Madrid, el destino final de la cabeza de Goya sigue siendo un misterio.