Eunice Foote: la científica que descubrió el calentamiento global
La estadounidense Eunice Newton Foote (1819-1888) fue la primera científica en teorizar que incluso aumentos moderados en la concentración de dióxido de carbono (CO₂) atmosférico podrían provocar un calentamiento global significativo. Nadie lo hizo antes. Fue, en efecto, la primera científica que habló del cambio climático. Y también una de las fundadoras de la Seneca Falls Convention. La primera asamblea en la que se debatieron, en 1848, los derechos de la mujer.
Un sorprendente estudio
La mañana del 23 de agosto de 1856, cientos de hombres de ciencia, inventores y diletantes se reunieron en Albany, Nueva York, para la Octava Reunión Anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS). Iba a ser la más nutrida en participantes hasta ese momento. Estas conferencias reunían a científicos estadounidenses para compartir nuevos descubrimientos. Discutían avances en sus respectivos campos y exploraban nuevas áreas de investigación.
Se presentó allí un notable informe. Se tituló Circumstances Affecting the Heat of Sun’s Rays. La autoría era, para sorpresa de todos, de una mujer. Eunice N. Foote. En esos tiempos no se permitía que las mujeres presentaran informes a la AAAS. Así que Joseph Henry, un profesor de la Smithsonian Institution, presentó el trabajo de investigación.
La ciencia en casa
El experimento pionero de Foote era ingeniosamente casero. Usando cuatro termómetros, dos cilindros de vidrio y una bomba de vacío, aisló los gases componentes de la atmósfera y los expuso a los rayos del sol, tanto a la luz solar directa como a la sombra. Al medir el cambio de sus temperaturas, descubrió que el CO₂ y el vapor de agua absorbían calor suficiente como para que esta absorción pudiera afectar el clima: «Una atmósfera de [CO₂] le daría a nuestra Tierra una temperatura alta. Y si, como algunos suponen, en un período de su historia, el aire se había mezclado con él en una proporción mayor que en la actualidad, […] de ello debió de resultar una temperatura necesariamente mayor».
Foote estaba años por delante de la ciencia de su tiempo. Lo que describió y teorizó fue el calentamiento gradual de la atmósfera de la Tierra. Lo que hoy llamamos el efecto invernadero.
Lo hizo tres años antes que John Tyndall, cuyos experimentos más sofisticados demostraron de manera concluyente que el efecto invernadero de la Tierra proviene del vapor de agua y otros gases como el CO₂, que absorbe y emite energía infrarroja térmica. En su publicación, Tyndall no mencionó a Foote. Se desconoce si conocía su trabajo o pensaba que no era relevante.
La mujer que creía en la igualdad
Eaton creía que los hombres y las mujeres debían tener igual acceso a la educación científica. Era una idea descabellada a principios del siglo XIX. Para cumplir su objetivo, contó con Emma Hart Willard, la maestra fundadora del Troy Female Seminary. Una educadora y activista que estableció el primer plan de estudios de ciencias para las mujeres, que era igual o mejor que cualquier otro exclusivo para hombres. Eaton también diseñó la construcción de laboratorios de química en ambas instituciones, que fueron los primeros en el mundo construidos exclusivamente para estudiantes. Fue allí donde Eunice desarrolló sus habilidades científicas experimentales.
Para una mujer como Eunice Foote, que también era una activista del movimiento por los derechos de las mujeres, no debió resultar agradable verse relegada en la presentación de su propio descubrimiento. The Road to Seneca Falls de Judith Wellman muestra que Foote firmó la Seneca Falls Convention Declaration of Sentiments de 1848, y fue designada junto a la famosa activista y abolicionista Elizabeth Cady Stanton para editar la actas de la Convención destinadas a su publicación.
Saliendo del olvido
Sucede con ella lo mismo que con otras muchas mujeres científicas olvidadas por la historia. Foote destaca las formas de discriminación que mantuvieron a las mujeres en la trastienda de la ciencia. El trabajo de Foote con los GEI no puede reemplazar al de Tyndall. Él contaba con un laboratorio excelentemente dotado. Su obra en conjunto ha sido más relevante para la ciencia actual.
Sin embargo, incluir el trabajo de Foote de 1856 en la historia de la ciencia climática nos recuerda que el camino para entender las interacciones humanas con la atmósfera ha sido un esfuerzo continuo durante más de siglo y medio. Y resulta que el primer paso de ese camino lo dio una mujer.