El tesoro de los fósiles de ballena en Egipto
Lo llaman “el Valle de las Ballenas”. Su gran abundancia de esqueletos de cetáceos prehistóricos explica el nombre. Tienen entre 56 y 34 millones de años aproximadamente. El tesoro de los fósiles de ballena en Egipto. Y uno de los más numerosos en el mundo.
Lugar maldito
Se descubrieron a principios del siglo XX. Pero durante muchas décadas los fósiles permanecieron abandonados. Es un lugar remoto al que resultaba difícil y peligroso ir. Había algo más: se le consideraba un lugar maldito.
El oeste del Nilo era, desde tiempos de los faraones, un lugar asociado con la muerte. Las necrópolis egipcias siempre se situaban en la ribera occidental del gran río. Allí empezaba el desierto, dominio de Set, el dios del caos y los conflictos. Allí moraban los chacales, la encarnación de Anubis, el guía de los muertos en el Más Allá. Nadie se acercaba. Excepto tal vez los conductores de caravanas y los beduinos.
Estos últimos descubrieron los primeros fósiles. Aparecieron en la superficie del desierto de forma natural por la acción del viento. Pero, lejos de publicitarlo, les dio un motivo para alejarse de allí. Aquellos enormes huesos solo podían pertenecer, según ellos, a los djinn o genios. Seres sobrenaturales de los cuentos populares como Las mil y una noches.
En la década de 1980, el sitio empezó a despertar interés entre los paleontólogos. Pronto, se reveló en su inmensidad el tesoro de los fósiles de ballena en Egipto. Un entorno que había permanecido inalterado por el ser humano. Y un terreno óptimo para la conservación de los huesos, fácil de excavar.
Patrimonio de la Humanidad
La mayoría de fósiles son de arqueocetos, un grupo extinto cuyo nombre significa “cetáceos arcaicos”. Son el eslabón de estos mamíferos entre la vida terrestre y la acuática. Los más comunes son los de Basilosaurus y Dorudon, cetáceos carnívoros marinos. También se han encontrado fósiles de otras épocas geológicas. Por ejemplo, mamíferos terrestres y marinos, tortugas marinas, peces y reptiles.
Recibió la categoría de Patrimonio de la Humanidad en el 2005. Se convirtió en un modesto destino de ecoturismo, con unos pocos miles de visitantes al año. Algunos de los fósiles han sido dejados a la intemperie como parte de un museo al aire libre. El recorrido discurre por una pequeña parte del sitio, que suma unos 200 km².