En la Historia Moderna de Europa abundan los reyes y nobles poco agraciados. Carlos II el Hechizado heredó diversas taras mentales y físicas de sus antepasados Habsburgo. Su coeficiente de consanguinidad era del 25,9%, equivalente al de un hijo incestuoso (hijo de dos personas hermanas).
El desdichado rey padeció hidrocefalia, raquitismo, prognatismo (la barbilla pronunciada característica de los monarcas españoles), oligofrenia, retardo motor, epilepsia, esterilidad e impotencia. De hecho, la esterilidad que sufrió condujo a la extinción de la casa de Austria en el trono de España. Y es que la endogamia tuvo la culpa de bastantes taras físicas que afearon el rostro de unos cuantos reyes, príncipes y nobles de la historia. Pero no fue la única causa que echó a perder la salud (y con ella la belleza) real: accidentes de caza o heridas en la guerra o en los torneos, excesos con la comida y la bebida y enfermedades venéreas también influyeron.
