El entierro de los seis vampiros polacos
Las excavaciones en el cementerio de Drawsko, en Polonia, en el noroeste del país, han sacado a la luz seis tumbas cuyos ocupantes fueron sepultados hace 400 años, con una hoz sobre el cuello o una roca en la boca para evitar que volvieran a la vida. La hoz sobre la garganta «servía» para rebanar el cuello en caso de que el sepultado volviera a la vida y la piedra en la boca para que se atragantara si pretendía respirar de nuevo o morder a alguien. Se trataban de un hombre adulto, una adolescente, tres mujeres adultas y un joven de sexo desconocido.
Un equipo de arqueólogos y antropólogos de Estados Unidos ha concluido que los esqueletos pertenecían a víctimas de una epidemia de cólera que azotó la región entre los siglos XVII y XVIII . La propagación de enfermedades como el cólera, el miedo y la ignorancia en esas fechas eran la mezcla perfecta para atribuir explicaciones sobrenaturales a todo lo que no se entendía, principalmente a los brotes de enfermedades infecciosas. Así los muertos que habían sido víctimas de vampirismo podían propagar la enfermedad a los vecinos de su localidad.
En Polonia, durante los siglos XVII y XVIII, las gentes llevaban a cabo rituales funerarios para alejar al diablo y librarse de su influencia maligna. Los cuerpos de aquellos difuntos que corrían el riesgo de convertirse en vampiros por una variedad de razones, algunas tan peregrinas como un defecto físico, recibían un tratamiento específico de lo más grotesco con el objetivo de evitar que los fallecidos resurgieran como vampiros.
En el folklore polaco, el vampiro, se trata de un espíritu turbio que vuelve a la vida después de muerto para dañar a los vivos. En sus leyendas, las almas dejan el cuerpo y continúan habitando este mundo durante cuarenta días después de la muerte. Sin embargo, una pequeña parte de esas almas son peligrosas y pueden convertirse en vampiros. Generalmente, se trata de pobres desgraciados que fueron marginados en vida por tener una apariencia física distinta, practicar la brujería, no haber sido bautizado tras el nacimiento, suicidarse o haber muerto los primeros en una epidemia.