El aquelarre ¿es parte de la historia o una leyenda?
Entre los siglos XV y XVII, estiman que acusaron a medio millar de personas, por brujería en Europa. La denominada “Santa Inquisición” las acusaba de una práctica que nunca pudo probarse, el aquelarre (o akelarre). El 75% de esas personas eran mujeres. La condenaban a morir quemados vivos en una hoguera pública.
El aquelarre y su significado
La etimología de la palabra no está muy clara. Se cree que procede del euskera, lengua nativa del país vasco en España. Presumiblemente, proviene de “aker” que significa macho cabrío, y de “larre” que significa prado. El macho cabrío está relacionado con satanás y con la tradición del ritual de las brujas.
Aunque los hechos son inciertos, según decían, las brujas y los brujos se reunían de noche en un prado para adorar a un macho cabrío, que representaba a Satanás. Las reuniones se realizaban tres veces por semana, los lunes, los miércoles y los viernes a partir de las 9 de la noche.
Durante el aquelarre, las brujas se arrodillaban frente a la representación del demonio y lo besaban por todo el cuerpo. Luego, iniciaban una ronda danzante siguiendo una coreografía en círculo alrededor del fuego. La danza, de a poco, aumentaba su intensidad hasta convertirse en una caótica serie de movimientos y sacudidas desenfrenadas.
Había fechas en que, durante el aquelarre, hacían una misa negra. Eran las noches de San Juan, la víspera de reyes y la noche de todos los santos. En estas reuniones, brujas y brujos se apareaban sexualmente sin tener consideración de género ni de parentesco. Al finalizar, los participantes del aquelarre devoraban los cuerpos de las víctimas que habían traicionado al culto satánico. Sin embargo, no existen pruebas de estos hechos. Son fuertes las sospechas de que todo lo inventaron los inquisidores. Tampoco hubo testigos que certifiquen la veracidad de los dichos de los denunciantes
¿El aquelarre es parte de la historia o es solo ficción?
Según cuenta la historia, el inquisidor Juan del Valle Alvarado, empleó por primera vez el término en el siglo XVII para acusar jurídicamente a las víctimas. Los inquisidores rechazaban toda contradicción ideológica que confrontara la Fe católica.
Perseguían, apresaban y juzgaban a las personas acusadas de practicar brujería, que principalmente eran mujeres. La mayoría de los acusados eran condenados a morir en la hoguera.
Uno de esos hechos ocurrió en Zugarramurdi, en Pamplona. A principios del siglo XVII, Juan del Valle Alvarado llegó allí con otros inquisidores para investigar rumores sobre la existencia de brujos y brujas en el poblado. Acusaron a decenas de personas de practicar el aquelarre y de pertenecer a un culto satánico. Condenaron a once personas, entre mujeres y hombres, a morir quemados vivos.
Lo cierto es que muchas brujas confesaron sus actos mediante la tortura. Los implementos de tortura que utilizaba la inquisición eran de una crueldad abominable, que nada tenía de “santa”. Muchas mujeres y hombres confesaban para acabar con la tortura y dejar de sufrir.