Descubren un submarino desaparecido de la IIGM con 71 cadáveres
28 de diciembre de 1942; las tropas navales alemanas, utilizando la táctica «Manada de lobo» (un ataque en grupo a objetivos enemigos), cortaban el suministro alimentario a Reino Unido, que se veía ahogada por el hambre. A pesar de la inteligente estrategia germánica, no eran tiempos fáciles para las tropas; las fechas y el medio en el que estaban rodeados hacían que sufrieran condiciones durísimas.
El Canal de la Mancha fue el centro neurálgico de los combates marítimos en Europa; pero no fue ahí donde se perdió el protagonista de este artículo: fue en Cerdeña. Por ahí rondaba el submarino británico P-311, que en su última misión había ido a terminar con dos buques italianos. Misteriosamente desapareció y nunca más se supo de él, o al menos eso afirmaba el historiador Karl E. Heden en su obra «Sunken Ships, World War Two», donde afirma que «el P-311 dejó las aguas para unirse a la 10ª Florilla en Malta en noviembre de 1942. El 28 de diciembre, el submarino abandonó Malta para formar parte de la «Operación Principal», el ataque en Maddalena Harbour, Sardina. Pero el P-311 nunca llegó a su cita. Se le enviaron mensajes el 30 de diciembre, pero no los escuchó. El submarino debería haber regresado el Malta el 8 de enero de 1943, pero se cree que chocó contra una mina y se hundió».
Pero ahora, después de 73 años de misterio, el P-311 ha sido descubierto gracias al buzo italiano Massimo Bondone, que cree haberlo visto a 80 metros de profundidad cerca de Tavolara (Cerdeña). No sólo eso, además, afirma que los restos de los tripulantes aún siguen allí.
Por lo que se cree, las nuevas teorías afirman que la tripulación no murió por el impacto del submarino con una mina, sino que éste se hundiera con aire en su interior y se acabaran asfixiando lentamente.
Sin embargo, aún no se puede confirmar dicho hallazgo, ya que tanto él como Paola Pegorano (patrocinador de sus inmersiones) sólo se guían porque en el casco de la nave han podido ver dos torpedos Chariot: eran una variante de los torpedos humanos, y consistían en unos pequeños submarinos de 10 metros de largo y uno de diámetro que estaban cargados con un pequeño explosivo magnético. La idea era que dos buzos salieran de su submarino, normalmente de noche, y pegasen las bombas en el casco, poniendo un temporizador y huyendo antes de que explotara.