Pocas veces nos preocupamos de la personalidad de aquellas personas que dejan importantes obras de arte en la historia, hoy nos centramos en quienes plasmaban sus pensamientos e ideas en libros.
Por ejemplo detrás del pseudónimo Sydney Porter se encontraba O. Henry quien empezó a escribir cuentos en la cárcel cumpliendo condena por malversación de fondos públicos.
“Madame Bovary” es la obra maestra de Flaubert, quien aseguró que desearía tener dinero suficiente para comprar cada ejemplar y arrojarlos al fuego para no volver a escuchar hablar de ese libro, todo por la censura y los problemas que tuvo en su época.
La poetisa Emily Dickinson tenía un carácter extraño, y esto es así porque cuando tenía visitas en casa no alternaba con ellos, sino que los atendía desde la habitación contigua.
Aldous Huxley sabía braille, y lo aprendió para descansar sus delicados ojos y disfrutaba leyendo en la penumbra de la noche.
William Shakespeare contó con la ayuda de John Fletcher para rematar alguna de sus obras como “Enrique VIII” o “Dos parientes nobles”.
