Cultura china II
¿Te perdiste la primera parte? Cultura china I
China es un país con unas costumbres muy diferentes a las nuestras, y que además siguen a rajatabla, por eso continuamos contándote algunas de ellas.
El gobierno lleva varios años haciendo campañas de mentalización para que los chinos no escupan, una antigua costumbre que practican a todas horas y en cualquier parte porque piensan que de esa forma expulsan los malos espíritus de su interior.
La gente es muy supersticiosa y terriblemente jugadora. Aquí se inventó el «juego de los chinos» y se practica constantemente en el restaurante, en el tren o en mitad de las calles de los «huton», los barrios típicos que están siendo demolidos para construir enormes bloques de viviendas y megacentros comerciales.
Otra costumbre muy arraigada es la de practicar taichi. A primera hora de la mañana los jardines y plazas de las ciudades están llenos de gente practicándolo.
En las aceras los empleados de los almacenes, perfectamente uniformados, realizan en grupo los mismos movimientos. Cuesta imaginar a los trabajadores de El Corte Inglés haciendo taichi en la Plaça de Catalunya antes de empezar su jornada laboral.
No se puede hablar de China sin citar el té, la bebida nacional. Aquí nació la planta y la infusión que con los siglos se ha convertido en sello de identidad del pueblo chino. No puede faltar en ninguna parte, y por eso en las habitaciones de los hoteles o en el propio tren siempre te encuentras con un enorme termo de agua caliente para poder prepararte un trago.
La familia tradicional china engendraba muchos hijos. A partir de los años 60, sin embargo, el gobierno de la nación comenzó a «recomendar» una estricta práctica de planificación familiar, fundamentada en realizar la vasectomía a los hombres y esterilizar las mujeres.
Desde entonces, sólo se permite tener un hijo por matrimonio, y las parejas tratan de asegurarse un heredero varón, que es el que lleva la batuta.
Nacer niña en China es una desgracia para toda la familia. La mujer se considera una carga que en el mejor de los casos, cuando se casa y se va del hogar paterno, obliga a desembolsar una dote muy gravosa para la economía familiar.
Si no se consigue el varón a la primera, se sigue intentado, y muchas de las niñas concebidas pasan a organizaciones que las venden a Occidente para ser adoptadas.
La última tendencia del gobierno es la de incentivar económicamente con 600 yuanes anuales (57 euros) a las familias del medio rural que no tengan hijos.