¿Qué son los mocos?
Los mocos son sustancias viscosas producidas por unas células especializadas con forma de copa que se denominan caliciformes. Estas recubren la mayor parte de la superficie de los conductos respiratorios y digestivos, y también en la vagina de la mujer.
El moco está compuesto por una mezcla de glicoproteínas y proteoglicanos, que le dan esas consistencia pegajosa, y multitud de inminoglobulinas y anticuerpos que le proporcionan capacidad protectora.
Las funciones de esta sustancia son variadas: proporcionan hidratación a los conductos, sin los cuales, por ejemplo, sería doloroso incluso respirar; también lubrican estas zonas, facilitando el paso de los alimentos en el sistema digestivo por ejemplo. Además, son muy importantes como barrera primaria en la defensa del organismo, ya que tanto en nariz, tubos respiartorios, tracto digestivo o vagina, actúan como «pegamento» para retener las partículas de polvo, microorganismos y demás sustancias ajenas a nuestro organismo que pudieran ser un peligro potencial. Pero también tienen su función como defensa secundaria ya que, como he dicho, parte de su composición son anticuerpos, que permiten reconocer como extrañas a esas partículas peligrosas y que el organismo actúe en consecuencia, y también algunas enzimas antisépticas que impiden que los microorganismos se adhieran, alojen y se multipliquen en estas zonas evitando su proliferación e invasión.
¿Por qué se produce moco cuando lloramos?
Las lágrimas no sólo tienen la salida habitual al exterior, sino que también lo hacen hacia el interior, concretamente hacia unos conductos lagrimales situados en cada párpado superior e inferior, que dirigen las lagrimas hacia un saco lagrimal, que es una bolsita ubicada cerca de la comisura interna de los párpados (entre los ojos y la nariz).
Cuando el llanto es importante, ese saco se satura de lágrimas, y esa presión que sufre drena las lágrimas hacia el conducto nasolacrimal que las vierte en la parte posterior de la nariz, mezclando así las lágrimas con el moco, diluyéndolo, haciendo que pierda su viscosidad y caiga hacia el exterior. Por eso, casi siempre tenemos secreción nasal cuando lloramos.
Comerse los mocos es sano.
En efecto, por muy asqueroso que pueda resultar, algunos estudios, como los realizados por el neumólogo austriaco Friedrich Bischinger, aseguran que comernos nuestros mocos es sano para los niños y, bueno, también para automovilistas que se entretienen en los semáforos hurgando la nariz.
Esta afirmación viene de el hecho de que al hurgarnos la nariz, llegamos a zonas donde no llegamos con el pañuelo, manteniendo limpio el interior de las fosas nasales. Pero no sólo eso; ya hemos visto que el moco actúa como un filtro, atrapando partículas y microorganismos externos, así que al comerlos, se expone al sistema digestivo a las bacterias acumuladas en la mucosidad, ayudando asi a reforzar el sistema inmunologico de cada individuo, al igual que haría una vacuna, pero de forma natural y gratuíta.
Así que no debemos recriminar a nuestros hijos esta acción, como si fuera algo pecaminoso, ya que resulta saludable y natural. Lo que sí hay que hacer, es enseñarles a que no se debe hacer en público, porque puede resultar muy desagradable.