¿Por qué nos ruborizamos?
Miles de personas sufren episodios frecuentes e intensos de enrojecimiento facial súbito e incontrolable en su vida cotidiana. Originado por estímulos emocionales o sociales, este fenómeno se conoce en la literatura anglosajona con el nombre de ‘blushing’. Se caracteriza por su aparición instantánea en mejillas, orejas, cuello y parte del tórax y suele ir acompañado de una sensación de turbación, calor en la cara, hormigueo y, a veces, bloqueo de la función mental.
El rubor facial es una reacción orgánica natural y generalmente está asociado a personas tímidas, introvertidas, inseguras, pudorosas y extremadamente sensibles, pero también las personas seguras y abiertas pueden ruborizarse en algún momento de su vida ante determinadas situaciones comprometidas. Aunque menos frecuente el rubor también aparece en situaciones de ira, rabia, enfado..
La explicación de este fenómeno reside en el hecho de que nuestra piel cuenta con numerosas terminaciones nerviosas y vasos sanguíneos para irrigar la misma. Los seres humanos cuando nos avergonzamos o nos enfadamos nos ponemos nerviosos, la adrenalina nos acelera el ritmo cardíaco y se produce una vasodilatación en los capilares que permiten así que fluya más sangre, lo que nos da el color rojo en el rostro, el rubor.
El rubor es una experiencia que nos afecta a todos los seres humanos y sin embargo, hasta ahora no existe una explicación científica de por qué tenemos esta capacidad de anunciarle al mundo que estamos avergonzados.
Frans de Waal, biólogo de la Universidad de Emory en Atlanta, cree que una de las más grandes lagunas en la teoría de la selección natural es precisamente la de explicar por qué entre todos los animales los humanos somos los únicos que nos ruborizamos.
“Lo único que se me ocurre es que cuando alguien se sonroja transmite a los demás que es consciente del efecto de sus acciones y que le importa ser cooperativo y honesto”, dice el holandés Frans de Waals. «Quizás entre nuestros antepasados esta respuesta de conciencia social pudo hacer más atractiva a unapareja potencial y la expresión evolucionó.
Esta reflexión está en la línea de la teoría más aceptada en la comunidad científica, la «comunicativa», en la que el rubor tendría la función de transmitir información y sería considerado como algo positivo por parte de los demás: Cuando nos ruborizamos estamos demostrando que reconocemos haber cometido un error social y en muchas ocasiones funciona como una disculpa no verbal, mucho más confiable que una expresión de lamento verbal, la cual puede ser más fácilmente controlada o fingida.
Además las personas que nos ven ruborizarnos, pueden entendernos y solidarizarse con lo que sentimos. De hecho, varios estudios han coincidido en que las personas que se sonrojan después de haber tenido un percance social, son mejor aceptadas por los demás.