¿Por qué los tatuajes son permanentes?
El tatuaje es una modificación que se hace en nuestra piel cuando nos inyectan tinta recreando un dibujo o un texto. A día de hoy gozan de una fama creciente, aunque están en la sociedad mucho más tiempo de lo que se cree; se han encontrado restos humanos de hace más de 5.200 años de antigüedad pertenecientes al conocido como ‘hombre de hielo’, la momia con piel más antiguo que se ha encontrado, y que tiene un total de 57 tatuajes. Entre la cultura Chinchorro, en la costa de Perú, también han sido halladas herramientas datadas de 60.000 a.C que podrían considerarse como instrumentos tatuadores.
Pero, ¿cómo se ha conseguido que a través de los años y con herramientas tan rudimentarias, no se borren los tatuajes? La razón no está en la tinta, ni en las herramientas, está en nuestro organismo.
La epidermis es la capa más externa de la piel, y se regenera constantemente. Si la tinta se inyectase en ella, se borraría casi de inmediato. Por eso, hay que inyectar a una capa más profunda, en este caso en la dermis, donde podemos encontrar vasos sanguíneos, nervios…
Cuando la aguja entre, obviamente producirá una herida a la que acudirán los macrófagos, que son células con capacidad fagocítica, es decir, se «comen» agentes externos y/o patógenos. Estos identificarán la tinta como un agente externo (ya que lo es), y engullirán el color. Algunos de estos macrófagos irán a los nódulos linfáticos donde serán destruidos junto con la tinta. Pero otros muchos de ellos seguirán en la región tatuada donde harán que el dibujo sea visible. Cuando estas células coloreadas mueren, a su vez son engullidas por otras células del mismo tipo haciendo que el tatuaje siga permanente en tu piel para toda tu vida.