Logran hacer modelos impresos en 3D de cerebros de pacientes
Brian Keating, estudiante de doctorado en el Mediated Matter del Media Lab del MIT, sufrió un tumor cerebral. Quería entender mejor lo que pasaba dentro de su cabeza antes de someterse a la cirugía para que se lo extirparan, así que llevó las pruebas realizadas por sus médicos a los expertos del Instituto Wyss de Harvard.
Juntos, pudieron descubrir cómo imprimir cerebros en 3D basándose en las tomografías computarizadas y las resonancias magnéticas de los pacientes. Los resultados de sus trabajos fueron publicados en la revista 3D Printing and Additive Manufacturing.
Por lo que pudieron comprobar, tanto la tecnología de la impresión 3D como las técnicas de imágenes cerebrales son perfectamente compatibles. Las impresoras funcionan al estrechar gradualmente los segmentos del elemento de abajo hacia arriba; las tomografías computarizadas funcionan de la misma manera, corte por corte, peor de arriba a abajo. Brian Keating y sus compañeros pudieron recrear su cerebro en la impresora simplemente alimentando los escáneres por TAC.
Este no es el primer equipo que convierte los escáneres cerebrales en objetos en 3D: el año pasado, por ejemplo, los investigadores del Centro Médico de UT Southwestern usaron modelos similares para estudiar cómo la esclerosis múltiple afecta al cerebro. Pero estos modelos no eran tan detallados. Las tomografías computarizadas tienen muy buena resolución, pero los métodos de impresión utilizados hasta la fecha no eran tan detallados o no captaban toda la esencia informacional. El resultado: un producto impreso menos preciso. Y cuando se trata de obtener imágenes del cerebro, los detalles siempre son importantes.
Para evitar este problema, Brian Keating y sus compañeros dividieron cada píxel gris (las tomografías computarizadas trabajan en escala de grises) en aún más píxeles, cada uno de los cuales era blanco o negro. De esa manera, la impresora 3D podría registrar cambios extremadamente detallados en la imagen basándose en las proporciones de esos diminutos píxeles negros a blancos. Con ello, los investigadores traducían las imágenes de la impresora en menos de una hora. Si los radiólogos hacen esto a mano, como a menudo, solían tardar más de 30 horas.
Con modelos impresos en 3D súper precisos, el grupo espera que estos modelos personalizados puedan utilizarse en el día a día de la medicina.