Cuando tenemos experiencias religiosas, espirituales, extracorpóreas, sabemos que son producidas por la hiperactividad en el sistema límbico o también llamado cerebro emocional.
Aunque esto ya se conocía de antes, se ha confirmado que la estimulación eléctrica o inclusive la estimulación magnética transcraneal puede inducir a la estimulación de esta zona del cerebro y que una persona pueda tener dichas experiencias provocadas en un laboratorio.
Esto supone muchos planteamientos en la división alma – cuerpo ya que todo parece indicar que estas sensaciones vienen preestablecidas en nuestra estructura cerebral, y que tenemos una tendencia innata a la ‘espiritualidad’.
El lóbulo temporal tiene un papel clave en estas sensación, ya que es muy sensible a la hiperactividad de las estructuras cerebrales que ahí se encuentran y es un lugar donde muchas células se activan al mismo tiempo provocando convulsiones. Las convulsiones pueden ser simples (éxtasis místico, experiencias espirituales…) o complejas (el paciente no es consciente de sus actos) y es lo que provoca que veamos ciertas cosas en momentos de máximo estrés cerebral.
Estos casos se pueden comprobar en las experiencias cercanas a la muerte, donde personas que por un accidente han estado a punto de morir (o inclusive clínicamente muertas), y que ‘vuelven a la vida’ argumentando que han tenido experiencias extracorpóreas. Las situaciones descritas por los pacientes revividos son muy semejantes con las personas a las que se le estimula la zona del lóbulo temporal. Así pues, aunque es muy complicado elaborar conclusiones de situaciones como esta, se puede relacionar ambas situaciones con un mismo patrón en común.
