El rayo cósmico de origen desconocido
Amaterasu, el rayo del espacio
Lo captó el detector de rayos cósmicos de superficie del experimento Telescope Array (TA), situado en Utah, EE.UU. El rayo cósmico de origen desconocido atravesó la atmósfera terrestre en el 2021. Su origen, hasta el día de hoy, sigue siendo un misterio.
Los rayos cósmicos son partículas cargadas que viajan por el espacio y caen sobre la Tierra constantemente. Y este es el segundo rayo más poderoso de la historia. El primero tuvo lugar en 1991. El experimento High Resolution Fly’s Eye detectó este otro rayo cósmico de mayor energía. Fue bautizado con el nombre de “partícula Oh-My-God” (oh dios mío). Nada en nuestra galaxia tenía el poder de producir este rayo.
Rayo misterioso
Desde entonces, se han observado más de 30 rayos cósmicos de energía ultraalta, aunque ninguno tan potente como el de 1991. Ninguna observación ha revelado aún su origen ni cómo pueden viajar a la Tierra.
El nuevo rayo cósmico ha sido bautizado como “Amaterasu”, en honor a la diosa sintoísta del Sol. Los rayos cósmicos chocan contra los niveles superiores de la atmósfera de la Tierra con bastante frecuencia. La mayoría transporta un exaelectronvoltio (EeV) de energía. Pero la pequeña partícula transportaba más de 240. ¿Cuál es la energía de esta partícula subatómica, invisible a simple vista? Equivale a dejar caer un ladrillo sobre el dedo del pie desde la altura de la cintura, dicen los expertos.
«Las partículas tienen tanta energía que no deberían verse afectadas por los campos magnéticos galácticos y extragalácticos. Deberíamos poder señalar de dónde vienen en el cielo». Lo explica el físico John Matthews de la Universidad de Utah y miembro de la colaboración Telescope Array que hizo el descubrimiento. En el caso de estas dos partículas, no hay nada con suficiente energía para haberla producido. Es un misterio.
Origen desconocido
El rayo cósmico de origen desconocido parece provenir de una región desierta del universo conocida como vacío cósmico. Es una zona deshabitada del espacio que bordea la Vía Láctea. Nuestra atmósfera nos protege de los rayos cósmicos, pero seguimos teniendo algunas formas bastante efectivas de detectarlos. Al chocar con otras partículas al incidir en la atmósfera, una lluvia de partículas cae a la Tierra. Los observatorios se encargan de detectar estas partículas asociándolas al rayo cósmico que las produjo.