El cerebro de una mujer representa el 2,5 % de su peso. El de un hombre el 2 %. Sin embargo, el de los hombres pesa más.
En 1959, Dmitri Belyaev, genetista ruso, inició un experimento, de largo plazo, para domesticar zorros. Empezó con un grupo de zorros salvajes, de donde fue seleccionando, de cada generación, los zorreznos más amistosos (al principio, los menos hostiles) hacia los humanos. Después de 35 generaciones, Dimitri Belyaev logró producir animales que habían transformado su timidez natural, manifestada en gruñidos, a animales con comportamientos similares a los perros domésticos. Los zorros domesticados meneaban sus colas, lloraban al quedarse solos, buscaban más cariño, eran sumisos, ladraban como perros. Lo que Darwin manifestó, en su famoso libro “El origen de las especies”, que tardaba miles de años en producirse, en este experimento ocurrió en apenas 50. Los zorros domesticados tenían cerebros más pequeños. Por regla general, el perro, el gato y otros animales domesticados tienen un 25% menos de materia gris, que los animales salvajes.
¿Sería peligroso suponer que los sesos de la mujer son más pequeños que de los hombres porque, a lo largo de los milenios, hemos seleccionado a mujeres amistosas con quienes reproducirse? Y a su turno ¿Ellas han seleccionado hombres asertivos? De un modo interesante, los cráneos humanos de ambos sexos han estado encogiéndose en los últimos milenios, sugiriendo, según el estudio, que los seres humanos nos hemos domesticado cada vez más.
Un factor que aumenta el tamaño cerebral es la interacción social. Según el biólogo Robert Trivers, autor del libro “Social Evolution” (1985), hay una correlación directa entre el tamaño del cerebro de una especie, el tamaño de sus grupos sociales y el grado de interacción social entre los animales del grupo. Los hombres y mujeres habitan diferentes esferas sociales, y aunque las mujeres, por naturaleza, pueden disfrutar de interacciones sociales más profundas que los hombres; probablemente, los hombres, como líderes (salvajes ó primitivos), han experimentado más interacciones sociales a lo largo de su evolución.
Sin embargo, el pequeño tamaño cerebral parece optimizar la inteligencia emocional. En un artículo publicado, hace un mes, en la Current Biology, Brian Hare y sus colegas de la Universidad de Harvard, demostraron que los zorros domesticados entendían mejor la lectura de señales humanas que los zorros salvajes. Por ejemplo, los zorros domesticados instintivamente entienden la intención de una persona, cuando señalan un objeto y los animales lo investigan. La inteligencia social, por lo tanto, parece haber aumentado cuando la timidez y la tensión son reducidas con la domesticación… El que nuestras mascotas no hagan caso de nuestros designios, es un misterio. Ellas los entienden, pero no quieren.
Asimismo, hay que tener en cuenta el tamaño del cuerpo. Independientemente de otros factores, existe una correlación directa entre el tamaño del cuerpo y el cerebro. Por tanto, al ser las mujeres más pequeñas que los hombres, sus cerebros también lo son. El cerebro masculino pesa alrededor 1.25kg, mientras que el cerebro femenino pesa unos 100g menos.