¿Cuál es la ciencia detrás de los petardos?
Ya estamos al final del verano y las fiestas de los pueblos nos despiden. Entre verbenas, fiestas y diversión, una de las celebraciones más características de los pueblos son los fuegos artificiales. Juegos de color y sonido que nos hacen mirar embobados al cielo.
Su origen está relacionado con el descubrimiento de la pólvora, en China, y desde entonces se ha ido perfeccionando para darnos un muestrario visual muy interesante. Pero, ¿cómo funcionan?
Un petardo está compuesto por una carcasa de cartón, pólvora y una mecha para encenderlo, y explota porque el fuego, al llegar al interior de la carcasa y afectar a la pólvora, ésta aumenta su presión rápidamente y al estar encapsulada no tiene más remedio que hacer explotar dicha carcasa, lo que provoca el fuerte sonido.
Pero los petardos de colores que provocan las palmeras y las estrellas en el cielo son un poco más complejos. Se elevan mediante un disparador, que es un tubo que contiene dentro el fuego artificial, y que ejerce la misma reacción que cuando explota un petardo: hace que la pólvora aumente su presión y que el fuego artificial salga disparado. Cuando sale disparado se ha prendido la mecha, así cuando llegue al punto más alto podrá explotar.
En su interior, a parte de llevar pólvora para provocar su aumento de presión y poder explotar, lleva ciertos elementos químicos para provocar los juegos de luces. Estos son los metales encargados de producir cada color:
- Plata: aluminio, titanio y magnesio.
- Rojo: litio y estroncio.
- Naranja: calcio.
- Amarillo: sodio.
- Dorado: hierro, carbono y titanio.
- Azul: cobre.
- Violeta: estroncio y cobre.
- Verde: bario.
- Blanco: aluminio, magnesio y bario.
Los electrones de los metales que contiene el fuego artificial reaccionan de modo que, por cierto tiempo, liberan esa energía en forma de radiación, y dicha radiación tendrá un color característico respectivo de cada elemento.