Cómo funcionan los placebos
¿Por qué los científicos no revelan lo que tienen?
¿Cómo probar un medicamento nuevo? Usualmente, se deben evaluar los resultados comparando los efectos del medicamento real y de un placebo. Pero, ¿cómo funcionan los placebos? ¿En realidad el cerebro influye de forma determinante a la hora de aliviar ciertos males? ¿Por qué nunca se menciona lo que contienen?
Diferentes placebos tienen diferentes efectos. La elección de lo que está en un placebo puede conducir a inferencias erróneas sobre los beneficios o daños de un nuevo tratamiento. Por ejemplo, está el caso del aceite de oliva.
El aceite de oliva se usó previamente como placebo en un estudio sobre fármacos que reducen el colesterol. Pero fue antes de que se descubriera que este tenía propiedades que ayudaban a bajar el colesterol. Esto puede explicar el efecto de estas drogas en algunos ensayos, que fue más bajo de lo que se esperaba.
En las pruebas de oseltamivir (Tamiflu), el placebo contenía ácido deshidrocólico. Presumiblemente para imitar el efecto amargo de la droga. Pero este ácido puede causar molestias gastrointestinales. Tal como el oseltamivir. El ensayo encontró un riesgo mayor de náuseas y vómitos en el grupo que tomó oseltamivir, en comparación con el que tomó el placebo.
De esta manera, se subestimó la verdadera incidencia de este efecto negativo. Ya que el placebo contenía un ingrediente que también podía causar el mismo efecto colateral que el fármaco. ¿Ahora se entiende cómo ciertos placebos pueden distorsionar los verdaderos resultados?
Otros tipos de placebos
No todos los placebos son píldoras. Y eso influye en cómo funcionan los placebos. También incluyen cirugías mínimamente invasivas. O agujas de acupuntura que no penetran puntos de acupuntura.
Alguna evidencia sugiere que las inyecciones son más efectivas que las píldoras y la cirugía simulada es el placebo más poderoso de todos.
Los mecanismos por los cuales funcionan estas diferentes intervenciones de placebo/simulación van más allá de las expectativas de mejoría clínica.
A veces, los placebos son notablemente diferentes del tratamiento activo que se está poniendo a prueba.
En 2016, una revisión encontró que el 64% de los ensayos con intervenciones placebo no coincidían con las propiedades físicas de las drogas que se estaban probando.
Si los pacientes pueden identificar el placebo, entonces el ensayo no es «ciego».
Los pacientes que saben que están recibiendo un mero placebo pueden reducir sus expectativas sobre su recuperación.
Estas expectativas más bajas pueden afectar el resultado del ensayo, especialmente cuando los síntomas son subjetivos y susceptibles a la sugestión. Esto es muy común en los ensayos de depresión.
El «nocebo»
Los pacientes que creen que están tomando la droga verdadera, más allá de si la estén tomando o no, pueden desarrollar expectativas más altas en torno a sentirse mejor, y así activar el mecanismo del cerebro para que produzca más dopamina, lo cual los hace sentir mejor.
Entretanto, lo opuesto ocurre con los pacientes a los que se les da un placebo.
En los que saben que están tomando un placebo se puede producir un efecto «nocebo», que es el efecto que produce una expectativa negativa.
La expectativa es lo que ha llevado a exagerar los efectos de un medicamento en una prueba de antidepresivos.
Los ejemplos de los componentes de placebos que conducen a inferencias erróneas sobre los beneficios o daños aparentes de los tratamientos activos pueden ser la excepción, pero no podemos estar seguros hasta que sepamos qué hay en los placebos.
¿Por qué no se suele explicar los resultados de pruebas con placebos?
En los reportes sobre resultados de pruebas la información sobre cómo funcionan los placebos es escasa. Usualmente se publican estudios en revistas especializadas. Pero casi ninguna se toma el trabajo de detallar el resultado en placebos.
Hay muchas razones por las que no se informa bien sobre este tipo de pruebas.
Se asume erróneamente que los placebos son inertes y que reportar lo que contiene algo inerte parece redundante. Esto no es así, realmente.
Usar la misma palabra «placebo» (o falsa) para describir estas intervenciones hace parecer que todos son iguales. Por lo tanto, no valdría la pena describirlo.
Y las revistas no siempre tienen el espacio para dedicarle a algo en apariencia irrevelante.
Los ensayos controlados con placebo están entre los métodos más fiables para determinar si nuevos tratamientos son efectivos y seguros. Para ser merecedores de esta confianza, necesitamos saber qué contiene el placebo o las intervenciones falsas.
Nunca sabremos si, en la película Matrix, al protagonista le ofrecían un placebo o no cuando eligió entre las píldoras de la realidad y la fantasía. Lo que sabemos es que el cerebro y nuestra propia percepción influyen notoriamente en nuestra salud. Y en cómo funcionan los placebos a los que estamos expuestos, no solo en un tratamiento médico, sino en nuestra vida y rutina diaria.