Comerse los mocos es sano
La mucofagia es el trastorno conductual consistente en la ingestión de la propia mucosidad, no considerado sin embargo como una patología. Aunque existen muchas teorías sobre el origen de este comportamiento, parece ser que la fea costumbre de meterse el dedo en la nariz, y por la que tantas veces hemos recibido manotazos de nuestros padres cuando éramos niños, es de lo más saludable. Al menos así lo considera un neumólogo austríaco, Friedrich Bischinger, quien defiende la idea de escarbarse la nariz –pues con el dedo se llega a zonas a las que no alcanza un pañuelo- y de conservar un impulso totalmente instintivo y natural que los niños reprimen en pro de la “buena educación”. Bischinger anima los padres a que, en lugar de regañarles, apoyen a sus hijos en estas prácticas.
Meterse el dedo en la nariz y después ingerir el moco no solo ayuda a mantener las fosas nasales limpias, sino que refuerza el sistema inmunológico, exponiendo al sistema digestivo a las bacterias que se encuentran en las secreciones nasales. La nariz actúa como una especie de filtro para atrapar a bacterias indeseables que intentan colarse en nuestros pulmones. De esta forma, al ingerir el moco, estaríamos dándole a nuestro cuerpo una especie de vacuna. Además, otros investigadores británicos, han concluido recientemente, que meterse el dedo en la nariz estimula una parte del cerebro, y por ello se debe animar a los niños a que lo sigan haciendo.
Cabe decir que no existen datos científicos sobre los supuestos beneficios de la mucofagia. Es más, algunos otorrinolaringólogos afirman que es el resultado de una mala educación y fruto de una manía que podría incluso derivar en problemas intestinales. De hecho, la explicación que dan sobre la gente que se hurga la nariz lo hace con el simple deseo de poner fin a las molestias de la resequedad de las fosas nasales.
Desde el punto de vista psicológico, Freud opinaba que se trataba de una fijación oral, al igual que morderse las uñas, símbolo inequívoco de una carencia afectiva en la infancia que se arrastra hasta la edad adulta.