Los cangrejos ermitaños son conocidos por usar caracolas o conchas como protección. Cuando se les quedan pequeñas, las abandonan y se introducen en otras, que llevan consigo a todas partes. Para observar cómo estos animales se introducían en las conchas, un grupo de biólogos de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda fabricaron una concha de cristal.
Pudieron observar como los cangrejos se introducían suave y cuidadosamente dentro de la concha y poco a poco retorcían su abdomen alrededor de la columna central. Después de enrollarse bien, el canrejo coge la punta de su abdomen y la engancha a la sección central de la concha, manteniéndola así en su sitio y consiguiendo un nuevo hogar.
