¿Por qué son tan destructivas las bombas atómicas?
La reciente explosión que destruyó por completo el puerto de Beirut hizo recordar las bombas atómicas de la Segunda Guerra Mundial. El hongo causado por esta explosión tiene reminiscencias al causado por las recordadas bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki. No obstante, el poder expansivo de la explosión en la capital del Líbano representa solo un 20% del desatado por las bombas arrojadas en Japón.
Casualmente se cumple otro aniversario de las bombas atómicas lanzadas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. El 6 de agosto de 1945 la primera y el 9 de agosto del mismo año la segunda.
Como destruyen las bombas atómicas
Una explosión nuclear además del tallo del “hongo”, produce un destello que enceguece antes de formarse el mismo. Pero, ¿por qué son tan poderosas estas explosiones? El poder destructivo de las bombas de fisión y fusión nuclear como las Little Boy y Fat Man, desarrollan una serie de efectos devastadores.
Entre los efectos primarios se encuentran el destello que enceguece y la onda expansiva. Los acompaña un inmenso poder calorífero que incinera todo a su alcance. Lo siguiente es la radiación ionizante y el PEM o pulso electromagnético. A todo este efecto devastador, le sigue la reacción sobre el clima de la región y el daño a las edificaciones.
Son estos efectos secundarios lo que hacen aún más destructivas a las explosiones nucleares. La sinergia provocada después de la explosión causa aún más muertes por la exposición a la radiación. Debido a la baja en las defensas del organismo, una simple herida se convierte en causa fatal.
Componentes letales de las bombas atómicas
Cuando se produce la explosión inicial, casi el 90% son rayos gamma que se dispersan en el aire instantáneamente. Se produce entonces la transformación de estos rayos en energía térmica y cinética. La primera incinera todo lo que toca y la otra lo aplasta contra el suelo todo aquello que aún estaba en pie.
El 10% de energía restante se transforma en una especie de lluvia radiactiva. Por esta razón es que cuanto a más altitud se produce la explosión, más devastador es su poder. Cuanto menos densidad tiene el aire en la altura, la onda expansiva tiene más amplitud para destruir.
Dentro del hongo de las bombas atómicas de 20 megatones, se produce una temperatura de 300 millones de grados centígrados. Esta es solo una mínima parte de la energía generada, la mayor parte es radiación.
En la llamada zona cero de la explosión nuclear, la mortalidad y la destrucción es del 100%. Nada puede sobrevivir a esa temperatura. Pero no todo termina allí, los rayos gamma, las radiaciones de alta frecuencia generadas por la radiación ionizante, tienen efectos que perduran durante mucho tiempo.