Santorio Sanctorius, el precursor de las pulseras inteligentes
El amigo de Galileo
Tal vez tengas una. Las pulseras inteligentes cuentan los latidos, los pasos, las calorías consumidas. Es una moda. Pero la manía de cuantificar nuestro metabolismo es muy antigua. La tenía un amigo de Galileo: Santorio Sanctorius, el precursor de las pulseras inteligentes.
Fue en el siglo XVII. Santorio Sanctorius ideó una nueva rama de la medicina. Se llamó iatrofísica o iatromecánica y se enfocaba en la importancia de medir y cuantificar las funciones y la mecánica del cuerpo. Aplicaba esos valores numéricos a la investigación médica.
Adelantado a su tiempo
Santorio inventó aparatos de medición que son precursores de algunos de los instrumentos de auscultación que usa la medicina moderna. Durante décadas registró y tabuló exactamente su ejercicio y respiración, además de todo lo que ingería, así como de todo lo que evacuaba. Incluyendo el sudor. Se le considera el padre de la experimentación cuantitativa en la medicina moderna.
También conocido como Sanctorius de Padua, fue un fisiólogo, médico y profesor veneciano. Estudió en la Universidad de Padua, en 1582, donde también fungió como profesor de teoría médica en años posteriores. Fue parte del círculo del famoso físico y astrónomo Galileo Galilei.
Fueron las discusiones con Galileo, sobre los experimentos del astrónomo con péndulos, lo que inspiró a Sartorio a adaptar este aparato a la práctica de la medicina. Lo describió en su libro «Methodi vitandorum errorum omnium«.
En ese texto se menciona por primera vez el pulsilogium o pulsómetro. Es uno de los varios instrumentos de medición que adaptó de las invenciones de Galileo. Santorio Sanctorius, el precursor de las pulseras inteligentes, hizo la primera máquina de precisión en la historia de la medicina. Extensos experimentos con el pulsilogium le permitieron describir cuantitativamente varias frecuencias regulares e irregulares del pulso.
Otra de sus adaptaciones incluye el termoscopio, precursor del termómetro. También inventó el anemómetro para la medición del viento.
Cuantificando el cuerpo
Su creación más espectacular fue a raíz de un largo y comprometido experimento al que él mismo se sometió. Quería poner a prueba la teoría del antiguo médico y cirujano griego, Galeno. Él decía que la respiración también ocurre a través de la piel en lo que llamó «transpiración insensible».
Santorio sujetó a una enorme báscula una amplia plancha en la que colocó su escritorio, su cama y todos los otros elementos cotidianos necesarios.
Sobre este aparato comió, trabajó y durmió. Todos los días medía su peso, al igual que pesaba la cantidad de alimentos y bebidas que ingería. También sus evacuaciones corporales, orina, heces, sudor.
Después de más de 30 años de tomar mediciones, pudo darse cuenta de algo importante. Había una diferencia apreciable entre el peso de la comida y bebida que consumía y el peso de lo que su cuerpo desechaba en excrementos y sudor.
La transpiración insensible
Así ideó su teoría de la «transpiración insensible» en un intento de explicar esta diferencia. Lo describió en su libro de 1614 «De Statica Medicina» (Sobre las mediciones médicas), efectivamente el primer estudio sistemático del metabolismo basal.
El metabolismo basal es el valor de energía mínima consumida por un organismo en estado de reposo. Así mantiene la actividad celular, la respiración y la circulación. Los conocimientos acumulados por sus experimentos se aplican en los hospitales actuales en el tratamiento de pacientes que pueden haber perdido fluidos a través de la transpiración insensible y cuyas consecuencias pueden ser críticas.
La formulación de líquidos intravenosos es ahora rutinaria para compensar por esa pérdida. Más allá de los hospitales, cada vez que utilizamos tecnología portátil para cuantificar nuestro cuerpo y funciones, deberíamos pensar en la enorme báscula de Sanctorius. Quizás el primer prototipo de esos dispositivos que hoy en día llevamos casualmente como relojes de pulsera. Uno que tal vez lleves en la muñeca ahora mismo.